La barriada de Llera tiene un nuevo inquilino. No se relaciona con nadie y tampoco es especialmente bonito, pero las niñas de Mi Princesa Rett, sus familias y sus terapeutas lo quieren como si de un amigo se tratase. Desde hace menos de un mes, esta asociación pacense cuenta con un robot que ayuda a iniciar el patrón de marcha de las personas con movilidad reducida. «Lo que antes se conseguía en tres días, ahora se logra en media hora», cuenta la fisioterapeuta, Toni Durán.

De momento, solo lo está utilizando Martina Santiago, y es que, aunque el aparato se puede adaptar a casi todo tipo de circunstancias, los profesionales de la asociación todavía no tienen la experiencia suficiente para hacerlo con seguridad y ofrecer una terapia perfeccionada.

«La tenemos de conejillo de indias», explica su madre, Marina, que se apresura en aclarar que no está enfocado solo a ella, sino que la intención es que lo utilicen el resto de pequeños pacientes que lo necesiten. En dos semanas, una responsable de la empresa que les ha cedido la máquina y que en su día les dio una pequeña formación inicial volverá a Badajoz para analizar las características especiales de cada usuario y explicar a sus terapeutas cómo ajustar el robot para que se amolde a sus patologías.

También se puede cambiar la asistencia que este les presta, de tal forma que se cambia el esfuerzo que realiza el usuario. Martina, en este caso, aporta un 50%, y la intención es que, poco a poco, ese porcentaje vaya subiendo. Esto, además de ser importante a nivel físico, también comporta un beneficio psicológico: «Ella debe sentir como que lo está haciendo sola», opina Marina. Así, se motiva más y, además, parece que le gusta: «Se la ve contenta».

Otra de las ventajas de esta terapia, además de su intensidad, es que, mientras se trabaja automáticamente con las piernas, la terapeuta puede hacerlo también con las manos, de tal forma que en un mismo periodo de tiempo se trabaje el doble sin que el cansancio se duplique del todo. En este tipo de enfermedades no es recomendable marcarse objetivos a corto plazo, sino a largo. En este caso, lo ideal sería que Martina consiguiese andar, pero su madre, aunque sueña con ello, prefiere centrarse en el día a día y no perder lo ya logrado.

Premio Inocente, Inocente

De momento, tienen el robot en alquiler, pero les gustaría que fuese suyo, aunque para eso haría falta más dinero. El miércoles recibieron 5.000 euros gracias a un premio de la Fundación Inocente, Inocente, aunque esa cantidad no podrán destinarla a este aparato, ya que el proyecto galardonado, que ha sido amadrinado por la bailaora Sara Baras, es una surfterapia que suelen realizar en Cádiz. Sea como sea, un reconocimiento siempre viene bien, manifiesta Marina, y más aún si viene acompañado de una recompensa económica.