La avenida de la Independencia de Cerro Gordo no tiene ni un solo semáforo ni resaltos en los pasos de peatones, tan solo bandas reductoras desgastadas. La mayoría de vehículos que pasan por allí respetan los límites de velocidad, pero hay otros que no, y por eso los vecinos de la zona piden que se tomen medidas en la vía principal que atraviesa esta barriada. «El número de personas que va rápido es muy pequeño, pero como hay tanta gente viviendo aquí, ya existe riesgo. Es cuestión de tiempo que pase algo grave», dice Juan González, administrador del grupo de Facebook de los residentes del barrio.

Todo empezó con la denuncia que realizó a través de ese medio una mujer tras sufrir un susto cuando iba a cruzar acompañada de otro adulto y dos niños. El coche que circulaba por la carretera ni se paró ni hizo amago de frenar, por lo que tuvieron que retroceder deprisa para evitar la colisión. Esta vez, el conductor que cometió la infracción se despistó por estar limpiando el cristal, según la denunciante, pero esta última añadió que no es la primera vez que le ocurre algo así, siendo la velocidad en otras ocasiones la causante de los percances.

González no vive en la avenida, pero Mari Ángeles Trinidad, sí, y confirma las quejas vertidas en redes sociales. Por las noches, cuenta, suele escuchar cómo alguna moto pasa a gran velocidad. «Yo muchas veces me quedo esperando a que suene el ‘crash’, porque es impresionante», señala. Raquel, otra vecina de Cerro Gordo, comenta lo mismo que Trinidad y coincide con ella en que la poca vigilancia policial en el barrio acaba provocando este tipo de situaciones: «Como no viene la policía, hacen lo que les da la gana».

Generalizado

El problema es generalizado a lo largo de toda la avenida, aunque González señala que los coches van «más ligeros» en la primera entrada al barrio: «Es una curva muy amplia que te permite ir a 70 u 80, y muchos entran así en la rotonda y luego siguen. Hay algunos que disminuyen un poco la velocidad, pero otros la mantienen». Es justo ahí, en la parte contraria a donde se encuentra el centro de salud, donde se ubica el nuevo colegio, lo cual ha provocado, precisamente, la movilización de los vecinos. «Cuando lo inauguren, habrá un mayor flujo de personas. Los de la parte izquierda deberán atravesar la avenida para ir al colegio, así que lo tendrán que regular de alguna manera».

Antes de ponerse en contacto con el ayuntamiento, decidieron hacer una encuesta para valorar las posibles soluciones. Las opiniones estuvieron muy divididas, e incluso algunas personas manifestaron estar conformes con la situación actual, pero, en general, la gran mayoría apostaba por establecer algún mecanismo de seguridad: semáforos, resaltos, radares...

González trasladó las quejas al alcalde de la ciudad, Ignacio Gragera, y a la concejala de Policía Local, María José Solana, quien rápidamente le aseguró que llevarían a cabo «un estudio exhaustivo de la posible reordenación del tráfico y pasos de peatones».