«Este niño se tiene que montar sí o sí», se dijo a sí misma Vanesa Cabezudo, feriante de Badajoz, un compromiso que había aflorado en su mente, probablemente de forma casi inconsciente, a principios de verano. Por entonces, la mujer guardaba pocas expectativas de lograr que Elías, uno de sus clientes más asiduos, pudiera disfrutar del carrusel instalado en el parque de La Pitusa como los demás niños que visitan las atracciones presentes en esta zona de Valdepasillas.

Al contrario que al resto, a Elías, diagnosticado con un Trastorno del Espectro Autista (TEA), el tiovivo «le daba mucho miedo», asegura Cabezudo. Este hecho no la frenó en su empeño de atender las necesidades del pequeño, a quien reconocía de haber frecuentado en otras ocasiones los ‘cacharritos’ que gestiona en otros puntos de la ciudad como San Francisco o El Faro. El propósito dio el pistoletazo de salida a una andadura llena de paciencia y tesón que culminó, tras algo más de dos meses, con Elías sobre uno de los muchos asientos mecánicos del carrusel. 

El niño sentía curiosidad, se aproximaba a la atracción y tocaba sus asientos, pero se mostraba reacio a subirse pese a los constantes ánimos. «Me decía “¡Venga, que lo pasaremos genial!”», recuerda la mujer, «pero al mismo tiempo decía que no con la cabeza». Un ritual normalizado con cada visita sucesiva del menor, que acudía casi todas las tardes acompañado por su padre y que fue incorporando elementos nuevos con el paso de los días, como observar cómo la feriante apretaba el botón que daba vida a la atracción. 

Fue la incorporación de los hijos de Cabezudo a esta rutina lo que, de la nada, motivó el cambio. «Mi hijo se sube y baja con todo en marcha», explica, asegurando que animaba al pequeño a ayudarla a dar vueltas a la atracción rotatoria en la que se encontraba montada su hija en ese instante. «Yo creo que lo vio y, entonces, se subió», concluyó reconociendo haberse quedado atónita ante el suceso.

Un sentimiento compartido por los progenitores del niño, que compartieron lo sucedido a través de redes sociales. «Quiero darle las gracias por su paciencia y su sensibilidad y por la sonrisa de mi Elías cuando me cuenta lo bien que se lo ha pasado», escribió la madre en la publicación realizada, donde resaltaba la importancia del trato de Vanesa al haber «respetado su diferencia» y permitido que se tomara su tiempo.

Las visitas a atracciones o parques temáticos suponen un reto especial para los niños y familiares que conviven con este tipo de trastornos. Planificarlas con cuidado y estar prevenidos a las diferentes reacciones que pueden tener los niños diagnosticados con TEA ante estos estímulos se vuelve un elemento clave. A esto es necesario sumar la educación de la sociedad en general sobre este tipo de dificultades para fomentar la consideración y tolerancia propias de la calidad humana y mostradas de manera instintiva por Cabezudo. 

«Yo no tengo ningún tipo de formación específica sobre esto. A mí me gustan mucho los niños», se justifica con sencillez esta mujer con años de experiencia en locales de celebración de cumpleaños infantiles durante los que alguna vez se había encontrado con casos semejantes. Respecto al de Elías, Cabezudo se mostró ilusionada por ver si el suceso marcaría una nueva constante para el niño durante sus visitas a las atracciones, y asegura que tendrá tiempo para comprobarlo. «Estaremos aquí instalados hasta que nos dejen», dice al preguntarle sobre cómo el aumento en las incidencias de la covid estaba afectando a un negocio del que, en principio, todos los niños podrán disfrutar hasta finales de verano.