Escasa visibilidad al salir, derrapes al entrar y cantos rodados en la calzada que acaban impactando contra la fachada de algunas casas. Son los riesgos presentes en el nuevo aparcamiento gratuito habilitado por el Ayuntamiento de Badajoz en la calle Eugenio Hermoso que abrió a finales de julio.

Hace tres meses, fueron derribados allí mismo cinco inmuebles propiedad de la Inmobiliaria Municipal (Inmuba), desde el número 42 hacia arriba. La idea, apuntó en abril el concejal de este organismo, Eladio Buzo, es construir un parking subterráneo y, encima, una edificación que podría ser un centro cívico o cultural, aunque aún no se ha decidido.

Mientras lo hace, el consistorio ha vallado el solar y ha echado un suelo de piedras para adecuar el espacio como una zona de estacionamiento provisional con capacidad para una treintena de vehículos, aproximadamente. El resultado, sin embargo, no es lo que se podría esperar de un aparcamiento público. Luis Pacheco, presidente de la asociación SOS Casco Antiguo, manifiesta que «no reúne las condiciones mínimas de seguridad».

Poca visibilidad

El acceso, por ejemplo, está situado justo después de una curva. Esto provoca una escasa visibilidad que obliga a los conductores a sacar mucho el morro del coche para poder salir del aparcamiento. A veces, incluso tienen que maniobrar. Si la gente circulase a una velocidad adecuada, apunta el presidente de la asociación, no habría problema, pero revela que esto no siempre es así. Hace varios años, de hecho, una niña fue atropellada en ese lugar por los mismos motivos que ahora Pacheco cree que podrían provocar otro accidente.

La peligrosidad de este punto es tal que, en apenas media hora, son varios los vehículos que pasan por allí tocando el claxon para avisar a los que puedan salir del parking y de la calle Bravo Murillo situada un poco más arriba.

La salida de este nuevo estacionamiento no es lo único que da problemas; también lo hace la entrada, que se encuentra ligeramente hundida. Al estar cubierta de cantos rodados, los coches derrapan al tratar de meterse dentro. Sonia Rivera vive justo enfrente de este terreno y cuenta cómo esta misma semana una mujer tuvo que retirar las piedras con sus propias manos después de quedarse atascada. El esfuerzo fue en balde y finalmente tuvo que dar marcha atrás e irse sin aparcar. Por eso, señala, muchos vecinos de la zona optan por no utilizar este parking.

Ella, además, sufre en primera persona otro riesgo derivado también de las piedras del suelo. Al salir, los vehículos desplazan algunas a la calzada, y cuando otros pasan por encima, salen disparadas hacia su fachada. Rivera asegura escuchar los impactos de vez en cuando, y admite tener miedo de que alguno de ellos dé en la ventana y el daño sea mayor.

Tanto ella como Pacheco advirtieron al ayuntamiento de alguno de estos problemas antes de que adecuasen la zona, aunque sin éxito. Lo que sí que han hecho después de sus quejas ha sido colocar una papelera para evitar que la basura se acumule en el propio solar.

Este diario trató ayer de contactar con el concejal responsable de este asunto para conocer las posibles medidas que se pudieran tomar, pero no obtuvo respuesta.