Para Javier Domínguez y Patricia Llera, acudir cada verano al comedor solidario del Gurugú, en Badajoz, es ya «una tradición». Se podría decir lo mismo de Pedro Pozo, que empezó a participar en las actividades del centro social de esta barriada en el año 2000 para en 2013 convertirse en monitor de ocio y tiempo libre.

Todos ellos coinciden en la grandísima labor que esta iniciativa que cumple ya siete años hace con los niños del barrio: «En casa me quedo acostado hasta las doce y me tiro jugando todo el día al ordenador, que creo que no es bueno», cuenta Javier, que este año empezará Bachillerato. «Para quedarme en casa sin hacer nada, prefiero estar aquí con los amigos, por lo menos me entretengo», añade Patricia, de su misma edad, aunque con un futuro diferente: estudiará un grado medio de Informática.

Emilio Jiménez, director de la Fundación CB, fue ayer a hacerles una visita al centro con el fin de comprobar por sí mismo la trayectoria de esta iniciativa solidaria. Estuvo acompañado por Ricardo Cabezas, presidente de la Asociación de Vecinos del Gurugú, que le agradeció todo el esfuerzo que la fundación realiza para que decenas de niños puedan seguir manteniendo cada año esta tradición.