María Bravo tenía tanto miedo de las escaleras de la calle La Pimienta, que prefería dar un rodeo antes que subir por ellas. Ahora ha dejado de hacerlo, y es que ayer se inauguró la rampa que da acceso a Antonio Domínguez.

Los vecinos de este barrio y de Pardaleras ven así resuelta una de las peticiones más históricas en materia de accesibilidad. Bravo, sin embargo, cree que habría que seguir trabajando en este sentido, y señala que una remodelación de las aceras no estaría de más. El ayuntamiento no ha escuchado esta demanda de su propia boca, pero como si lo hubiera hecho, porque ayer anunció también su intención de mejorar las de esta barriada.

Ignacio Gragera, alcalde de la ciudad, explicó que la idea es generar itinerarios accesibles con aceras de 1,80 metros «para que aquellos mayores que tienen problemas puedan caminar por su barrio con total y absoluta seguridad».

En un principio, se crearán dos itinerarios peatonales, ambos partiendo desde la calle La Pimienta: uno la mejorará hasta la altura de la de Amapola, y otro la unirá con la de Pedro Balas a través de El Mimbrero.

Estos trabajos, que se llevarán a cabo antes de que termine el año, provocarán la desaparición de varias plazas de aparcamiento, un daño colateral insalvable ante el que, según Carlos Urueña, concejal de Vías y Obras, ha cedido la presidenta de la asociación de vecinos de la barriada: «Lo he hablado con ella, y es que hay que entender que en zonas donde la urbanización es tan compacta, o tienes accesibilidad o tienes aparcamientos. En este caso, consideramos que esto último es un problema. Aquí, además, están muy comprimidas todas las edificaciones y tampoco existe una zona donde dejar el coche, pero vamos a intentar que las calles que elijamos sean las que menos aparcamientos tengan».

De momento no se plantean transformar más accesos al barrio, aunque sí que actuarán sobre otras zonas de la capital pacense como la Alcazaba, en donde se mejorará el adarve, o en el Casco Antiguo, donde se ampliará la plataforma única.

Una obra simbólica

Ignacio Gragera anunció estas actuaciones ayer en la inauguración de la rampa que da acceso a la calle La Pimienta y, en consecuencia, al barrio de Antonio Domínguez. «No es la obra con la dotación más importante que las que haga este ayuntamiento, pero sí quizás la más simbólica», dijo ayer en referencia a los 41.000 horas que se invirtieron en ella.

Estuvo acompañado de Jesús Gumiel, presidente de Apamex, una asociación que ha estado colaborando en el proyecto para que el resultado fuese perfecto: «Esta actuación tiene un simbolismo muy especial porque une dos barriadas y porque es el paso obligado para cientos de ciudadanos, sobre todo de Antonio Domínguez, de cara a su acceso al centro y al Casco Antiguo de la ciudad. Por aquí pasaban muchas personas, pero no aquellas que tenían problemas de accesibilidad».

Ahora, el tramo de mayor pendiente no llega al 8%, el pavimento es adecuado para las personas con discapacidad visual y los pasamanos, de doble altura, no se mueven, detalles que, según Gumiel, «pasan desapercibidos para quienes no tienen dificultades».