La parroquia de Santa María la Real de Badajoz, conocida popularmente como San Agustín, abrirá sus puertas los jueves y sábados por la mañana del mes de julio para dar a conocer su historia. Se trata de «poner en valor el arte y la historia de la parroquia, que es bastante, también como expresión de la fe», explica el párroco, Manuel Ruiz.

A través de visitas guiadas por grupos de hora y media de duración (de 10.30 a 12.00 horas), los participantes podrán saber quiénes fueron los frailes agustinos, el destino de los retablos de Luis de Morales o saber conocer más acerca de la Virgen de Gracia. La parroquia tiene preparados trípticos impresos con la información.

El equipo de patrimonio está integrado por el párroco, Leonor Celdrán, Rocío Sardiña, Mamen Gutiérrez y la restauradora Almudena Villar. Las visitas correrán a cargo de Leonor Celdrán y Rocío Sardiña, que es arqueóloga y ha realizado el inventario del patrimonio artístico de San Agustín. «Queremos contar la historia de la parroquia, que es la más antigua de Badajoz» pues comenzó en Santa María del Castillo, pasó a la iglesia de Santa Catalina y a mitad del siglo XIX al templo actual, del convento de los agustinos, cuenta Leonor Celdrán, que es licenciada en Historia Medieval y técnico en Patrimonio. Explicarán los pormenores del edificio, que comenzó siendo una mezquita, y realizarán un recorrido por su patrimonio artístico, procedente de tres templos. Parte ha desaparecido, pero también se mencionará. Los visitantes partirán desde el exterior, donde recibirán nociones de sus orígenes, para después entrar a conocer las capillas y podrán subir a la torre.  

Los grupos serán de diez personas como máximo, pues el espacio es limitado. Las visitas se pueden reservar a través de Instagram y Facebook o en los Whatsapp de los teléfonos 606237925 y 666863423. En principio solo se han previsto dos a la semana, hasta comprobar el interés que generan. Serán gratuitas y los donativos recibidos se dedicarán a trabajos de restauración de obras de arte de la parroquia, «para que no se pierdan», defiende el párroco.