Asegurar el flanco este de la OTAN. Ese es el objetivo con el que 348 militares del contingente eFP IX, 276 pertenecientes a la Brigada Extremadura XI, se marcharán el próximo julio a Letonia y, más concretamente, a la base de Adazi. El resto proceden principalmente de la Agrupación de Apoyo Logístico 61 de Valladolid. Estarán fuera hasta enero de 2022 en el marco de una operación de presencia avanzada reforzada consistente en la realización de labores de adiestramiento con el fin de mantener unas capacidades de disuasión ante cualquier agresión al país báltico.

Ayer por la mañana se llevó a cabo en la base General Menacho un acto de despedida de estos soldados que viajarán en dos tandas y que durante seis meses seguirán las órdenes de Raúl Vara. Este teniente coronel tiene ya experiencia en diversas misiones en el extranjero, aunque esta vez será la primera que esté al mando.

El teniente coronel Raúl Vara. S. García

«Para mí representa un reto porque en esta ocasión he sido designado jefe del contingente, pero estoy tranquilo por la calidad del personal que tengo a mi cargo. Son extraordinarios, tanto de carácter humano como profesional», manifestó en una despedida que también contó con la presencia de Antonio Matas Balibrea, general jefe de la Brigada Extremadura XI que ya ha estado en Letonia en dos ocasiones.

Vara señaló, además, que se trata de una misión especial «porque es la única en la que tenemos desplegadas las capacidades más potentes con las que cuenta actualmente el Ejército de Tierra», como son los carros de combate y los vehículos blindados Pizarro.

Quien aporta estos medios es el Regimiento de Infantería Saboya 6, que supone prácticamente la mitad de los 276 militares procedentes de Badajoz que se integrarán en un batallón multinacional liderado por Canadá y compuesto también por soldados procedentes de Albania, República Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Italia y Polonia.

La ilusión de la primera vez

Miguel Ángel Montes y Alonso Torres se estrenan militarmente en el extranjero, uno como soldado y otro, como teniente al mando de una sección de zapadores de la unidad de ingenieros. Ambos se marchan a Letonia con poco miedo y mucha ilusión. «Espero superar las expectativas», dice Torres.

Su padre, también Alonso, no puede estar más orgulloso de la tarea que tiene entre manos su hijo. «Sé que se dedica a esto y una actividad inherente a su profesión son las misiones», cuenta sin un ápice de resignación.

Juana Carmona, madre de Montes, tampoco esconde lo satisfecha que se encuentra con la labor de su descendiente, aunque ella sí que muestra de forma algo más evidente su preocupación: «El temor existe, pero él está muy ilusionado y nosotros le apoyamos».