Una solución intermedia entre la reparación y la renovación, con «tecnología mucho más avanzada» y que permitirá rebajar la inversión necesaria a la mitad. Es el último proyecto que está estudiando el Ayuntamiento de Badajoz para remodelar las instalaciones de las estaciones de bombeo de aguas residuales norte y sur de San Roque y acabar con los vertidos causantes de los malos olores en el entorno del arroyo Rivillas. Según adelantó el concejal de Aguas, Antonio Cavacasillas, la inversión que requeriría esta actuación ronda los 1,5 millones de euros, frente a los alrededor de 3 millones que contemplaba el proyecto que elaboró la sociedad mercantil estatal Aguas de las Cuencas de España (Acuaes), con la que finalmente no se llegó a firmar el convenio para llevar a cabo las obras, que el ayuntamiento pacense debe asumir con fondos propios.

Es precisamente lo elevado del coste de la actuación el motivo por el que su ejecución se ha retrasado, a la espera de que el consistorio pudiera encontrar la financiación necesaria o hallar otra solución menos gravosa para las arcas municipales, como es este nuevo proyecto. Si finalmente los técnicos consideran que esta opción es «tecnológicamente mejor y que va a resolver la situación», se optará por ella y los vecinos de los barrios del entorno, San Roque, Cerro de Reyes y Pardaleras, que incluso anunciaron su intención elevar el caso ante la Unión Europea y el Defensor del Pueblo, verán resuelto por fin un problema que llevan denunciando desde hace años al considerar que estos vertidos suponen un perjuicio grave para la salud.

«Queremos que la actuación sea lo más económica posible, por supuesto, pero lo último que miramos siempre es la cuantía, porque lo que más nos preocupa es que funcione, sea eficiente y tenga un largo recorrido», aclaró el concejal de Aguas. En este sentido, recordó que también se estudió la posibilidad de acometer una reparación de las dos estaciones de bombeo, una actuación que finalmente se descartó porque, pese a ser menos costosa, se consideró que no iba a solucionar este problema de manera definitiva, que es lo que se pretende. 

MUY NECESARIO/ «Hay mucha necesidad de hacerlo, sobre todo, para evitar a la ciudadanía los malos olores, que se agravan cuando suben las temperaturas, como ocurre ahora», reconoció el concejal, quien confió en que con la renovación de estas instalaciones y la limpieza de los cauces de los arroyos el hedor en el entorno del Rivillas desaparezca por completo.

TUBERÍA SOSPECHOSA/ Además, según explicó Cavacasillas, los técnicos también están analizando en estos momentos la posibilidad de que una tubería que transcurre en las proximidades del arroyo Rivillas contribuya aumentar los malos olores en este entorno. Si esta hipótesis se confirma, se procederá a su reparación, que en este caso correrá a cargo de la concesionaria del servicio de agua en la ciudad, Aqualia.

Máquinas más potentes contra las toallitas

La Estación Depuradora de Aguas Residuales (Edar) de Badajoz tiene capacidad para dar servicio a una población de 360.000 habitantes, muy lejos de los 152.000 que tiene la ciudad en estos momentos. Se construyó hace seis años con vistas a que cubriera sus necesidades en un futuro muy lejano, pero tiene un «inconveniente» al que, si no se le pone remedio ahora, puede acabar convirtiéndose en un gran problema para el medio ambiente y las arcas municipales. 

En el pozo de gruesos de la Edar hay cuatro potentes bombas de aguas residuales instaladas, pero por el volumen de agua que entra diariamente (unos 34.000 metros cúbicos), basta con una de ellas al 50%, aunque hay que ponerlas todas en marcha para alternarlas (funcionan las 24 horas los 365 días del año). El problema, según explica el concejal del área, Antonio Cavacasillas, es que cuando una de estas máquinas se pone a funcionar a medio gas, la velocidad es menor y no consigue eliminar algunos desechos, fundamentalmente las toallitas.

Pozo de gruesos de la Edar donde se instalarán las nuevas bombas. S. GARCÍA

Cuando este material llega en cantidades excesivas, la bomba de agua se para y pasa a funcionar la siguiente, pero la primera hay que repararla, para lo que debe ser trasladada a Sevilla, donde puede permanecer en talleres hasta varias semanas. Si esta situación se repite y se van saturando las máquinas una tras otra sin dar tiempo a arreglarlas, se corre el riesgo de que haya que hacer un vertido al río, que no solo conllevaría un grave perjuicio al medio ambiente, sino una multa millonaria por parte de la Confederación Hidrográfica del Guadiana.

Para no tener que llegar a esta situación, el Ayuntamiento de Badajoz va a licitar la adquisición de dos bombas de hidrostal, más pequeñas que las actuales, pero con la potencia suficiente para desintegrar las toallitas y otros residuos sólidos. De este modo, según el concejal, se mantendrán dos de las grandes y se incorporarán otras dos pequeñas, logrando «un funcionamiento mucho más eficiente de la Edar». «Esto no quiere decir que se puedan tirar las toallitas al wc», advirtió Cavacasillas. 

La inversión que se va a destinar a las nuevas bombas es de 378.350 euros y la previsión es que estén instaladas antes de que acabe el año.