Recorrer Badajoz este mes tiene premio. Con motivo del Día del Libro que se celebra cada 23 de abril, la biblioteca municipal de Santa Ana ha organizado Badabook, un juego mediante el cual Laura Trenado y María Luisa Bodión, sus impulsoras, esconden en diferentes ubicaciones de la ciudad tarjetas canjeables por un ejemplar de su depósito. Para facilitar su búsqueda, suben pistas fotográficas a sus redes sociales. «Intentamos que sea lo más equitativo posible entre barrios», añade Trenado.

Ella y su compañera trabajan para la empresa Códice Gestión de la Información, que es quien lleva actualmente la biblioteca. En total han recopilado una treintena de libros que dan a elegir a cada usuario que llegue con su vale en función de su edad. El repertorio lo han creado a partir de duplicados, donaciones o ejemplares que no consideran interesantes para su fondo en estos momentos, aunque aseguran que la selección «ha sido minuciosa porque no queremos regalar cualquier libro, sino uno que esté bien y que sea bueno».

El objetivo es fomentar la lectura de los pacenses pero incentivando a la vez su salida a la calle en unos tiempos donde la mayoría de actividades se piensan para hacer en casa. «Queríamos hacer algo diferente, sacar a la gente al aire libre porque con esto de la pandemia se han estilado mucho las cosas online», explica Trenado. Para ello, cuenta Bodión, se inspiraron en Bada-Roc, una iniciativa llevada a cabo a comienzos del 2020 en la que los pacenses pintaban y escondían rocas en diferentes puntos de la ciudad dejando después pistas en un grupo de Facebook.

Laura hace una foto a la ubicación de uno de los vales. S. García

Este juego literario lo pueden seguir, además, hasta aquellos a quienes no les guste demasiado la lectura: «Si a alguien no le interesa el regalo, le invitamos a que esconda la tarjeta en otro lugar y suba una foto en su red social».

De momento han repartido ya 16 vales en lugares tan dispares como estatuas, macetas, colegios, bancos o árboles, entre muchos otros. La intención de estas dos bibliotecarias es «apretar un poquillo más» según se vaya acercando la fecha señalada, aunque no descartan ampliar el número de libros que tenían pensado en un principio para solventar posibles extravíos.

Gran acogida

No son pocas las personas que se lamentan en redes sociales de no haber encontrado todavía ninguna tarjeta, y es que esta actividad generó expectación casi desde el momento en el que la anunciaron. «Fue un boom. Repartimos las primeras tarjetas el 4 de abril y de repente se empezó a compartir muchísimo», explica Bodión con un tono de satisfacción.

Soledad Morales es una de las agraciadas. Vive en Gévora (localidad para la que, además, reivindica una biblioteca), así que, como no quería quedarse sin ninguna tarjeta, pidió a una familiar residente en Badajoz que se acercase a recoger la que había identificado en la estatua de Francisco Pizarro.

La suerte estuvo de su parte, y finalmente su hija Laura, una ávida lectora de 15 años, acabó canjeando su vale por ‘La isla del tesoro’. La biblioteca Santa Ana perdió un libro, pero ganó a dos nuevas usuarias.