Este lunes, el mural de Alfonso IX de León que se instaló en el paseo de la margen izquierda del río Guadiana el pasado 17 de marzo fue parcialmente destrozado. Las condenas políticas y ciudadanas fueron numerosas, pero algunos miembros de la sociedad han decidido pasar de las palabras a la acción, y uno de ellos ha sido el centro concertado de Formación Profesional Específica de las Adoratrices de Badajoz.

Estos actos les animaron a organizar una actividad que lograse «potenciar el conocimiento y respeto por el patrimonio histórico, cultural y ambiental de la ciudad de Badajoz, fomentar el espíritu crítico a la hora de juzgar la historia, alentar en el alumnado el uso de las formas debidamente establecidas en la sociedad para defender las ideas e iniciativas e incidir en el respeto hacia los elementos comunes y las opiniones de todas las personas», informaron en una nota de prensa.

Los profesores ahondaron en estas reflexiones en una charla matinal previa al inicio de la actividad. Una vez finalizada esa primera parte, los estudiantes procedieron a recorrer diversas zonas de la capital pacense con el objetivo de encontrar y fotografiar tanto actos vandálicos y muestras de incivismo como lugares que les resultasen de especial interés por cualquier motivo.

A Iman Chargui, de 16 años, Esperanza Correa, de 18, y Patricia Domínguez, de 17, les tocó recorrer precisamente el recinto amurallado en cuyo interior se ubica la antigua ermita de San José, sede de su centro. La suciedad del Casco Antiguo no les llamó tanto la atención como los grafitis, especialmente los que estropean los murales artísticos de El Campillo. «Si no estás de acuerdo con ellos, al menos respétalos, no los pintes», decía Domínguez. «Te puedes manifestar de otra manera, no tienes por qué hacer daño», añadía Correa, que no entiende «qué se les pasa por la cabeza a personas inconscientes que lo hacen con maldad o por desconocimiento». Chargui, de hecho, considera la ignorancia como uno de los elementos clave en este tipo de daños sobre el patrimonio: «Muchas veces estás con tu grupito de amigos y por juego o por risa haces algo sin saber realmente lo que implica».

Tampoco les gusta que metan a todos los jóvenes «en el mismo saco». Fue algo en lo que hicieron hincapié las dos compañeras que leyeron un manifiesto en los jardines del Alcazaba como forma de dar fin a la actividad: «Aspiramos a ser una juventud formada en los valores que podemos resumir en las siglas RRA que están presentes de manera constante en nuestro proceso educativo: responsabilidad, respeto y amabilidad».

«Algunos no somos tan inconscientes como para venir a ensuciar algo que no es nuestro y que no viene a cuento», comentaba Chargui ciertamente indignada. «Al igual que pasa con los adultos, también hay jóvenes buenos y malos», completaba Correa.

Este fue, de hecho, el colofón de la reivindicación. Con los documentos gráficos recogidos por los alumnos a lo largo de la mañana, el centro elaboraría unos murales a los que prometió dar difusión «para que sepan que no toda la juventud es igual y que a nosotros nos gusta nuestra ciudad y nos sentimos orgullosos de ella».