"Esto fue el primer Badajoz industrial". Lo dice Miguel Ángel Sabastro, director de la excavación arqueológica que la Inmobiliaria Municipal de Badajoz (Inmuba) lleva a cabo frente a la torre de Espantaperros, en las dos manzanas donde construirá 35 viviendas. El yacimiento abarca 6.635 metros cuadrados y en el subsuelo del inmenso espacio situado detrás de las vallas, donde hasta hace poco hubo solares olvidados e infraviviendas, han aparecido las huellas de la historia que les precedió, entre ellos los restos de un matadero, en la parte más próxima a la puerta de Mérida, y las entrañas de una forja, en el otro vértice, justo donde aún se alza una de las erguidas chimeneas por las que respiraba esta industria artesanal.

Para Sabastro, desde el punto de vista arqueológico los restos más interesantes que han aparecido son los de un antiguo matadero, que ocupó entre 2.000 y 3.000 metros cuadrados. Se han encontrado parte de las habitaciones originales, con su suelo del siglo XVIII. Se construyó sobre unas viviendas y habilitaron un sistema de evacuación de líquidos, que es lo que mejor se conserva. Aparecieron gran cantidad de huesos de animales grandes que los pusieron sobre la pista y los historiadores locales confirmaron que cuando se reestructuró la puerta de Mérida volvió a funcionar un matadero intramuros. De hecho, la calle que sube se llama Matadero. La propia descripción que se hizo en 1831 habla de una distribución con corrales y un patio con dos naves, que es la que ha aparecido.

En la parte baja había viviendas que desaparecieron con la Guerra de la Independencia y se volvieron a edificar a principios del XX.

Una tónica que se repite en toda la ladera es que la última ocupación arrasa con la anterior para poder instalarse, porque la roca está muy alta y hay muy poca tierra. Por eso lo más antiguo son silos excavados en la roca, de época andalusí. Sobre los silos y bajo los muros se han encontrado algunos pequeños enterramientos en correlación con un antiguo hospital cercano. Como curiosidad, ha aparecido un molde de campana. Estos moldes estaban junto al lugar donde se iban a colocar las campanas y ésta, de pequeño diámetro, pudo ser de alguna ermita.

LA FORJA / En el otro extremo, en la parte alta, donde se conserva una chimenea que se pensaba que era de la fábrica de hielo, han surgido los restos de una gran forja de finales del XIX, teñidos de negro. Se conservan los anclajes de la maquinaria, las bocas de los hornos, el tiro de varias chimeneas y los suelos de baldosas con acanaladuras. Todo estaba cubierto de escombros del propio edificio cuando se derribó. En este punto ha aparecido la antigua calle que bajaba en línea recta desde la plaza Alta. Por ahí se abrirá una nueva que será la del Toril.

Esta extensa excavación se adjudicó en verano pasado pero empezó en enero y ha estado muy condicionada por las lluvias. A pesar de ello, los plazos se están cumpliendo y Sabastro calcula que finalizará entre abril y mayo. Por su parte, el concejal de Inmuba, Eladio Buzo, calcula que las obras de urbanización podrían comenzar en verano.

Las 35 viviendas serán la mayor promoción de Inmuba en El Campillo. Pero hay otras en marcha. Entre ellas, 10 diseminadas por distintas calles cuyo diseño fue fruto de un concurso con el Colegio de Arquitectos. La mayor tendrá 6 viviendas, situada en una parcela junto a la anterior, en la parte baja de la ladera, cuya excavación arqueológica, que dirige Pedro Delgado, ya está terminada y en fase de redacción del informe para que la Junta valore los restos encontrados y decida qué hacer con ellos.

Este espacio lo ocupaban seis casas. Empezaron siendo 3 y se fueron compartimentando. Las originales eran típicas representantes de la Baja Extremadura, donde convivía el ámbito doméstico y el industrial al fondo. En una han aparecido dos hornos, porque era la casa de un alfarero de Salvatierra de los Barros en el siglo XIX. La primera ocupación también está representada por silos andalusíes, de los siglos XII y XIII. El arqueólogo apunta la complicación por la construcción de los baluartes y la incidencia de los conflictos bélicos que desde el siglo XVIII sufrió Badajoz. Todo forma parte de su historia.