Sabe de qué habla porque vio nacer el barrio desde cero. Conoce su pasado y su presente, que recoge en su libro ‘25 años en la Suerte de Saavedra’, que acaba de publicar la Diputación de Badajoz. Por eso, Pepe Carracedo puede opinar sobre qué depara a sus vecinos, de los que no se ha desvinculado a pesar de que se jubiló en el 2009 tras 26 años como párroco. Con todo este largo recorrido a sus espaldas, afirma que «el barrio de Suerte de Saaavedra tiene mucho futuro si nosotros queremos, porque si solo buscamos el interés propio terminaremos como Cuestas de Orinaza, derribándolo, pero si ponemos de nuestra parte, porque nos importa la gente, el barrio puede ser una maravilla».

Pepe Carracedo presentó ayer su libro en la diputación acompañado del vicepresidente de la institución, Ricardo Cabezas, que lo describió como una persona «comprometida», que bien responde a la frase «tú antes que yo, los demás antes que tú y yo». Cabezas recordó el «ascenso» del sacerdote, de párroco de su pueblo, en Fregenal de la Sierra, a un barrio nuevo de Badajoz «que pertenecía a la corona de espinas de la ciudad».

El propio Carracedo apuntó que fue el obispo Antonio Montero quien lo trasladó. Tomó posesión el 4 de septiembre de 1985 de la parroquia, que en aquel momento era un local comercial. Partía de la nada, «sin comunidad humana», pero se levantó «un barrio precioso con todas las posibilidades para vivir, claro que con muchas dificultades». El obispo le sugirió que tomase nota de lo que viviese en Suerte de Saavedra. Eso hizo, con ayuda, y de esta recopilación surge ahora el libro, que se divide en tres partes: la descripción del barrio con la construcción de las viviendas en dos de sus tres polígonos, el realojo de las Cuestas de Orinaza («muy bonito pero muy difícil porque cada uno quería arrimar el ascua a su sardina») y, la tercera, sobre el centro social y el centro de salud. Caracedo sigue vinculado a Suerte de Saavedra, donde está siempre que puede. «Soy muy amigo de la gente y creo que la gente también es amiga mía», dice, y esta publicación, de la que la imprenta provincial ha editado 325 ejemplares, es la mejor prueba de su vinculación de por vida.