Dejó de llover y parecía un milagro que el sol entrase por la ventana de la capilla de la residencia de mayores Puente Real 2, donde está la sala de visitas que, desde este lunes, recibe a familiares de los residentes. Este centro de Badajoz ha podido recuperar los encuentros presenciales porque todos los residentes y trabajadores han recibido las dos dosis de la vacuna (han pasado 10 días desde la segunda) y no hay ningún contagio. En esta residencia no se permitían visitas presenciales desde el 25 de diciembre.

Ayer, Mari Carmen Carroza se reencontró sin una barrera de cristal de por medio con su madre, Carmen Torrado. Le llevó «la merienda», una porción de tarta, que acostumbraba a tomar las tardes que salían juntas a pasear. Una eternidad desde entonces. La hija debía llevar mascarilla FFP2 y al entrar le tomaron la temperatura. En la sala hay ventilación y filtros Hepa. Solo una mesa las separaba y un amor incondicional las unía.

La directora de esta residencia, Gracia Ramiro, defiende que con el contacto de sus familiares «los residentes ganan más que pierden», «es medicina para ellos». Un ejemplo claro es Carmen. Tiene 85 años. En septiembre del 2018 sufrió un ictus e ingresó en esta residencia en abril del 2019. Llegó encamada y se ha ido recuperando. Una parte fundamental de su terapia ha sido el contacto con su numerosa familia. Tal es así, que a diario mantiene videollamadas. Cuando no las tiene, comprueban que le decae el ánimo. Carmen llegó con una sonda nasogástrica, ya come sola y aguanta bastante tiempo sentada. Su hija se muestra muy agradecida con el personal de la residencia por todas las facilidades que les han dado. «Con tal de verla y poder oírla se han inventado mil cosas». Cuando se suprimieron las visitas presenciales, en la residencia optaron por la puerta de cristal con interfono, que se mantiene para las visitas en grupo una vez a la semana. Carmen tiene 4 hijos y en muchas ocasiones acuden unos cuantos, con nueras, yernos y nietos. «El cambio de mi madre ha sido abismal, no se la reconoce de cuando entró a como está ahora».

Sentada y sonriente recibió ayer a su hija, que estuvo con su madre por última vez en una visita presencial el 9 de noviembre. Volver a verla supuso para ella «muchísima alegría, porque es volver a una fase en la que podíamos hacer más cosas y que se nos cerró». «Es como ver un poco la luz al final del túnel, nos da un poco de esperanza», manifestó. Carmen ya está vacunada, tiene inmunidad y eso hace felices a sus hijos. «No nos podemos relajar, lo sabemos, pero que ella tenga ya la vacuna nos da tranquilidad porque aunque pudiera afectarle no es lo mismo». Ella quería vacunarse, aunque su hija reconoció que ha sentido miedo, «mucho». «Yo al principio era muy reacia por los efectos secundarios, pero mi madre está fenomenal, así que estoy muy contenta». Ahora tiene la esperanza de volver a salir a pasear juntas, «que le dé el aire y el sol y recuperar lo que era antes, aunque sé que va a tardar y todo tiene que ser paso a paso, pero creo que cada vez falta menos».