Los bomberos del parque municipal de Badajoz estaban revisando los camiones cuando llegó el aviso. Sonó la alarma acústica: era grave y urgente. Había volcado una barca con trabajadores de la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) en el río, a dos de las víctimas las habían rescatado y trataban de reanimarlas en la zona de El Pico, pero podía haber más. Desgraciadamente así fue: un tercer operario estaba desaparecido. Las primeras informaciones eran confusas, pero no había tiempo que perder. «En estas situaciones es una carrera contrarreloj, porque en el agua las posibilidades de supervivencia se minimizan», explica Cristian Montesinos, uno de los bomberos que participó en la operación de rescate tras el trágico accidente del pasado lunes en el azud de La Pesquera, en el que perdieron la vida José Luis Martín, Rafael Gemio y Emilio Bastida, de 31, 44 y 60 años, respectivamente.

En solo unos minutos, Montesinos, otro compañero y el jefe de guardia se desplazaron a la zona con el equipo imprescindible, mientras los demás bomberos preparaban el resto del operativo con las barcas.

Fueron los primeros en meterse en el río para tratar de localizar al trabajador desaparecido. La barca había quedado encallada en el azud y había que descartar que se encontrase atrapado bajo ella. Sin embargo, la fuerza del agua les impedía remolcarla. Lo intentaron desde una de las embarcaciones de la CHG, pero, a pesar de sus 40 caballos de potencia, la corriente los arrastraba hacia el salto. «Hicimos dos intentos y nos jugamos el pellejo», reconoce.

Fueron momentos de «mucha tensión». Había que replantear la estrategia, porque sacar la barca era inviable. En ese momento llegó una comunicación importante: alguien había divisado un cuerpo flotando bajo el puente de Palmas. Solo habían sido unos minutos y se había hundido, pero el testimonio de la vecina que lo vio era consistente y muy fiable. «Su colaboración fue vital para que pudiésemos recuperar el cuerpo, si no, no sabemos cuánto tiempo podríamos haber estado buscándolo, podrían haber sido días, y eso para la familia hubiera supuesto más dolor aún», asegura el bombero.

A pesar de que las posibilidades de rescatar con vida al trabajador eran ínfimas, el operativo no escatimó esfuerzos, «porque no descartamos esa posibilidad hasta que se confirma que está fallecido», afirma Montesinos. Por eso, aunque las probabilidades de que se encontrara bajo el puente de Palmas eran elevadas, mientras un equipo de bomberos se centraba en la búsqueda en esta zona, otro revisaba desde la zódiac el río aguas abajo por si lo había arrastrado la corriente. De hecho, a la altura del puente Real aparecieron útiles de la barca volcada.

El primer equipo usó rastras para peinar la zona bajo el puente de Palmas donde fue visto el cuerpo. La baja temperatura del agua, la nula visibilidad y la corriente que impedía que la lancha permaneciera estática dificultaron enormemente las labores de búsquedas, a las que se sumaron agentes del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (Geas) de la Guardia Civil, que tras varias inmersiones localizaron el cadáver en el fondo, a unos tres metros de profundidad.

Junto a ellos estuvo un compañero de los tres trabajadores fallecidos, que pertenecían a la empresa Foresa. «Nos dijo que no se bajaba de la barca hasta que no apareciera». Cuando el cuerpo fue localizado, se hizo el silencio. El peor de los presagios se había cumplido.

«Hemos hecho lo máximo posible para encontrarlo. Fue un despliegue sin precedentes en tan poco tiempo, yo no recuerdo nada igual», afirma Montesinos, que lleva 12 años trabajando como bombero y ya ha intervenido en otros rescates en el Guadiana. Además de poner en valor la labor de los bomberos del turno 1, en el que él ejerce como jefe de equipo, y de su jefe de guardia, y la de los Geas, el bombero asegura que fue fundamental la actuación de las policías local, Nacional y de la Guardia Civil, que se desplegaron a lo largo de las orillas, llegando incluso al azud de La Granadilla, para descartar que el operario pudiera haber quedado atrapado por la vegetación. «Se supone que el rescate es acuático, pero nos viene bien tener ojos en todas partes».

Los bomberos conocen bien el río por su experiencia en rescates y por eso también son conscientes de sus riesgos. «El mayor peligro está donde supuestamente volcó la barca, porque nosotros también podríamos haber volcado cuando intentamos recuperarla», explica Montesinos. «El azud engaña mucho, incluso en el verano, porque la cascada hace fuerza, y cuanto más caudal, más fuerza hace al caer por él, produciéndose ese efecto ‘lavadora’», añade.

¿Qué pudo ocurrir entonces para que tres trabajadores experimentados sufrieran este accidente mortal? Cristian Montesinos se muestra prudente, pues la investigación para esclarecer las circunstancias en las que ocurrió aún no ha finalizado. «No me lo explico. En general la población subestima el azud y el Guadiana, pero ellos lo conocían y nadie que tenga conocimiento se acerca a él con plena consciencia, salvo que sea por necesidad o por un error mecánico», apunta.

«Nosotros tenemos más normalizada la muerte por nuestro trabajo, pero ante este tipo de sucesos es imposible aislarte y haces tuya la desgracia ajena», reconoce el bombero. De vuelta al parque, se llevaron el silencio del río.