Nunca le gustó contar su vida en las llamadas revistas del corazón y con la misma discreción con la que vivió la última década en la ciudad donde nació, se despidió la noche del miércoles la artista Rosa Moreno en Badajoz, a los 78 años. Llevaba varias semanas ingresada en el Hospital Universitario por la misma enfermedad que empezó a sufrir a mediados de los 80 y la obligó a despedirse de los escenarios. Sus restos fueron velados en el tanatorio del puente Real y serán incinerados esta mañana, tras el funeral, previsto a las 10.00 horas en el mismo lugar.

En la tierra que la vio nacer y donde se estrenó como niña prodigio, no hubo capilla ardiente en una sede destacada, ni pronunciamientos institucionales en honor a la precursora del flamenco pop que llegó a ser un mito en los años 70, que llevó su fama y sus orígenes por todo el mundo y cuyas canciones se han convertido en clásicos. Una sobrina que ha pasado con ella los últimos días y otro familiar la acompañaron en el tanatorio y recibieron a quienes ayer quisieron despedirse de ella en el tanatorio, sin multitudes haciendo colas, discretamente, en la sala donde rezaba su nombre original: Manuela Pulgarín.

El Ayuntamiento de Badajoz le dedicó una calle hace 10 años y ella aspiraba a recibir la Medalla de Extremadura. Ayer la Junta de Extremadura manifestó a este diario que no ha tomado ninguna decisión al respecto y que los decretos para la concesión de este reconocimiento se publican en el Diario Oficial de Extremadura tras ser aprobados en Consejo de Gobierno.

Nadie como ella interpretó Échale guindas al pavo, cuya versión pop fue su mayor éxito y por la que era conocida allá donde iba. Manuela Otilia Pulgarín nació el 11 de julio de 1941 en la calle Felipe Checa en el seno de una familia numerosa y humilde. En 1953 ganó en el teatro López de Ayala el concurso Jueves Infantiles imitando a Antonio Molina. Se dio a conocer en Radio Extremadura. Tras su experiencia con la familia de Porrina de Badajoz se trasladó a Madrid. Allí conoció a grandes de la copla como Concha Piquer y Lola Flores. Cuando su popularidad llegó a España en los 70 ya había recorrido con enorme éxito América Latina y Estados Unidos durante una década.

De su envidiable periplo guardaba muchísimos recuerdos en su vivienda de Badajoz, que ahora su familia estaría dispuesta a que se expusiesen al público, si les ofrecen un sitio en el que poner a Rosa Morena en el lugar que merece.