El proyecto global más ambicioso en la actualidad en cuanto a infraestructuras y comercio internacional es la Nueva Ruta de la Seda del Siglo XXI, conocida como ONE BELT-ONE ROAD (OBOR), un cinturón, una ruta, impulsada por el actual mandatario chino Xi Jimping, que llegó al poder en noviembre de 2012, y en septiembre de 2013 lanzó su gran proyecto OBOR. Apenas un año después, en noviembre de 2014 se inauguraba la línea de trasporte de ferrocarril más larga del mundo, que une Madrid con la ciudad china de Yiwu situada en el este de Asia. Son 13.052 kilómetros que recorre un convoy de 500 metros, dos veces a la semana, con 40 contenedores, recorriendo 8 países, 5 sistemas aduaneros y cambiando 3 veces de ancho de vías. Empezó tardando 21 días y en la actualidad lo hace en 16, frente a los 40 que necesita para hacerlo en barco, aunque su coste lo triplique. Fue dicho y hecho. El viejo sueño francés y británico de atravesar en tren África lo conseguían los chinos el pasado 16 de julio que inauguraron una línea desde el puerto Índico de Dar de Salám de Tanzania al atlántico de Lobito en Angola. Les ha costado dos años de trámites, gestiones y autorizaciones en cuatro países para hacerlo realidad. Dicho y hecho, y esta es una más, de las muchas infraestructuras de carreteras y ferrocarril que están desarrollando en África, y en todo el Mundo. Ahora han puesto su objetivo en el Puerto de Sines, como una de sus vías de entrada a Europa como principal conexión con África y América.

En julio sacó a licitación el Gobierno portugués una nueva terminal del puerto de Sines. La opinión generalizada es que los chinos tienen todas las papeletas para ganar el concurso. Ahora han aparecido los americanos mostrando interés, probablemente más como forma de impedir este dominio chino del comercio internacional. Si se lo quedan los chinos será una realidad en muy pocos años, es decir será dicho y hecho. A la línea de ferrocarril más larga del mundo, con 13.052 kilómetros, solo le faltan 600 kilómetros más para atravesar de punta a punta Eurasia, conectando el Pacífico con el Atlántico.

Y el Corredor Sudoeste Ibérico, en muy pocos años puede convertirse en el broche que cierra el mundo. Esperemos que en esta ocasión también sea dicho y hecho.