A falta de los datos oficiales que ofrezca la Concejalía de Bomberos cuando haga balance de la campaña de incendios en Badajoz, la percepción que se tiene es que todos los años se queman las mismas parcelas que rodean la ciudad y los mismos solares urbanos abandonados, la mayoría de ellos cubiertos de pasto seco que prende fácilmente y que permite una propagación rápida de las llamas si el viento sopla a favor y las medidas de prevención en contra.

El fuego causa pavor entre testigos ajenos, más aún entre quienes ven peligrar sus propiedades. Lo pudimos comprobar hace una semana. Las redes sociales ardían con imágenes del incendio desatado en las inmediaciones de la residencia de ancianos de La Granadilla. Se quemaron 10 hectáreas de pastos, una superficie que según los bomberos no es de las mayores que se han calcinado este verano y además, no se produjeron momentos de riesgo, ni entre los agentes del servicio de extinción, que pudieron controlar su propagación, ni en las viviendas que en algún momento vieron las llamas cerca, ni siquiera entre el personal y los usuarios de La Granadilla, que seguían viendo la televisión o descansando en sus habitaciones mientras una flama carmesí iluminaba el horizonte hasta el río. Sin embargo, hubo quien colgó vídeos en las redes sociales, que compartieron cientos de usuarios, que expresaban su temor por lo que pudiera estar ocurriendo. El viento soplaba en dirección al centro urbano y el humo podía mordisquearse en barrios alejados.

El fuego altera la convivencia, intranquiliza y siempre genera congoja por el riesgo y el peligro que representa. Cuando ocurrió en el entorno de La Granadilla, la directora de la residencia anunció que de cara al próximo verano iban a ponerse en contacto con el ayuntamiento para que limpiase las parcelas del entorno, sin saber si son municipales o privadas. Lo importante es que se limpien como medida preventiva, para evitar que este susto que puede acabar en desazón se repita verano tras verano.

Todos los años se queman el entorno de La Granadilla, los pastizales del camino de La Banasta hasta Las Vaguadas, la margen izquierda de la avenida Príncipe de Asturias en Huerta Rosales, los alrededores de los chalés de Llera... hasta que el fuego no arrasa todo el pasto y las parcelas quedan limpias de polvo y paja --más paja que polvo-- no termina el riesgo. La política de prevención que se sigue en esta ciudad parece cumplir el lema: Lo quemado ya no se vuelve a quemar .

La verdad es que da igual que sean parcelas municipales o privadas, porque ni el ayuntamiento limpia todas las suyas --y debería dar ejemplo--, ni tampoco multa a los propietarios que no desbrozan sus solares. A mediados de mayo pasado, el consistorio y la concesionaria del servicio de limpieza, FCC, habían saneado sólo uno de cada 5 solares municipales. Los datos son para sofocarse. A finales de julio, cuando la campaña de incendios estaba ya en pleno auge, el ayuntamiento adjudicó el desbroce de parcelas de su propiedad por casi 60.000 euros. Lo hizo poco días después de reconocer que hasta ahora no se ha sancionado a ningún propietario por incumplir la ordenanza municipal contra incendios, que entró en vigor en julio del 2014. Según el concejal del servicio de Bomberos, se les está dando tiempo para que se adapten a la nueva normativa. Dos años para adaptarse. Cuando se juega con fuego, la improvisación no mueve ficha.