Entre las preguntas que nos hacemos muchos españoles estos días, pensamos estas dos: A quién votar y si nuestro voto sirve para algo.

La respuesta a la primera pregunta debe ir unida, desde mi punto de vista, a un acto de reflexión personal, acerca de qué esperamos, de cómo será nuestro país en el futuro, es decir, hacia dónde quiere cada partido orientar sus pasos. Nos encontrados que en el panorama político actual existe de todo. Están los partidos tradicionales, que aunque alguno predica que va a cambiar la política actual, han demostrado cuando han gobernado que no es así, solo introducen pequeños matices.

También los que irrumpen en el panorama político español; y los hay de todos los colores, desde los que cambian de opinión según les exige el electorado, llenos de populismo, para conseguir electores, y manifiestan continuamente no estar de acuerdo con el sistema, pero que se han metido de lleno en él, con todo lo positivo y negativo que conlleva. Hasta los que, desde mi punto de vista, de forma más seria, han irrumpido con propuestas serias y creíbles. Si bien es cierto que son bienvenidos estos partidos nuevos en el panorama político nacional, pues, por un lado rompen el bipartidismo, y por otra entra sabia nueva en la política nacional.

Y es evidente, que la respuesta a la segunda pregunta es que sí, pues si no, estaríamos frente a otro tipo de régimen político, que creo que nadie desearía. Pero también es cierto que los políticos elegidos por los ciudadanos deberían dejar los despachos y las urnas de cristal donde se meten, la mayoría, después de su elección y no perder el contacto con el pueblo que los ha elegido.

Pensar, además, que son servidores de los ciudadanos por un periodo de tiempo, cuatro año, y que después volverán a sus actividad profesional; ya que ningún país puede mantener un ejército de políticos "profesionales"; que si su partido pierde, se van a la retaguardia para volver a ocupar un cargo en la siguiente legislatura si su partido consigue ganar.