TEtsta es la entrevista más compleja, más difícil pero sin duda la más merecida. Flamenco por los cuatro costados, estudioso del cante, valedor y conservador de la pureza y ortodoxia de este arte, Marcelo Rodríguez Boceta sigue a sus más de ochenta años conservando la categoría del que aprendió a dirigir aprendiendo primero a servir. Y eso se nota en todo. En el respeto que le tienen los que pasaron en algún momento por su camino, del que nunca lo hizo pero solo escuchó buenas referencias y las transmite, del que le agradece la ayuda en la trayectoria, del abrazo justo, el perdón y el olvido, y de los que como a mí les descubrió con el paso de los años el inmenso mundo del flamenco. Respetando a los demás, yo le debo un poco más que el resto a este empresario ya jubilado cuajado de facultades. Le debo todo lo que soy y lo que seré porque me ha dejado las herramientas necesarias para avanzar y defenderme en el camino de la vida. Le debo más y tengo más, porque antes de periodista, estudiosa y aficionada, soy su hija.

--Más de treinta años como presidente de la Peña Cultural Flamenca 'Ciudad de Llerena' desde su fundación hasta nuestros días, el único presidente que ha conocido la entidad, ¿cómo se siente?

--En general satisfecho y orgulloso de presidirla aunque considero que ya debe llegar un relevo generacional, que impulse con otros aires el desarrollo de la misma.

--¿Da vértigo ser el único en tantos años?

--No, porque el vértigo se produce cuando uno se siente solo ante la magnitud de un problema, y yo me siento arropado y ayudado por un grupo de socios y amigos desde el primer día. Siempre encontré en ellos el apoyo y la ayuda necesaria.

--Haga un balance...

--No soy persona de balances porque para eso hay que ser un contable exhaustivo, pero ya más de 1000 actuaciones sí hemos hecho en la Peña..., pero hay otro tipo de balances. Lo cierto es que todos los días tienen sus dificultades y casi siempre es la misma: la económica, porque uno trata de servir a los socios lo mejor que hay en cuanto al desarrollo del flamenco se refiere, en cuanto al mercado no al de la moda, sino al de la pureza y eso tiene un precio. Se van satisfaciendo esos objetivos con mucho sacrificio propio, pero con la gran recompensa del agradecimiento implícito de los socios cuando aplauden a rabiar una actuación flamenca de puro éxito. Yo quisiera hacer un inciso en la importancia del aplauso en el flamenco, ese que no se prodiga y se hace y debe hacerse justo y a tiempo. Un público entendido es el que sabe hacer del aplauso el justo premio a la actuación del artista. A veces desgraciadamente uno puede escuchar aplausos que denominamos 'a destiempo', y lo que provocan es el desconcierto en el que está actuando.

--¿Qué hace especial a la Peña Cultural Flamenca 'Ciudad de Llerena'?

--En el transcurso de todos estos años nos ocurren infinidad de anécdotas y circunstancias en ese trato constante con los artistas, partiendo de la base de que la Peña es un recreo para sus componentes que con sus cuotas sufragan los recitales. Nosotros tratamos de hacerlos lo más amenos y extensos posibles, así que acordamos con los artistas que suban dos veces al escenario sin que por ello se les exija cantar el doble. Queremos esencialmente compartir para que el público pueda disfrutar, comentar y también tomar esas copitas de vino que hablábamos antes. Al principio a algunos artistas les interesaba hacer el recital de un tirón, o sea: subir, cantar, bajar, y cobrar y a eso no estamos dispuestos. Llegaría un momento en que en un par de horas estaríamos todos en la calle, y de esta manera se saborea el cante y se pasa una noche disfrutando: dos, tres horas, ¡las que sean necesarias!, no queriendo explotar al artista ni mucho menos, sino alargando su arte dosificándolo a lo largo del recital.

--¿Cuál ha sido el aplauso que ha ofrecido usted con más ganas?

--Difícil de contestar porque han sido muchas veces y en muchas ocasiones. Pero lo que le comento: cuando uno ve el esfuerzo del o de los artistas en el desarrollo de su trabajo. Ese es el aplauso con mayúsculas.

--¿A qué cantaor/a no pudo aplaudir nunca y le hubiera gustado?

--En la época dorada del flamenco me hubiese gustado mucho aplaudir a ese monstruo que fue Manuel Torres, y sobre todo a la que está considerada la mejor cantaora de todos los tiempos: Pastora Pavón 'La Niña de los Peines', ¡eso ya nos cogió fuera de tiempo!. Cuando Manuel Torres se escuchaba yo tendría unos seis años y por esa época andaba más preocupado por conseguir el alimento diario en una época de escasez y de extrema pobreza.

--Manuel Torres tenía fama de estrambótico, 'caprichoso', más centrado en sus gallos de pelea que en cumplir con las noches acordadas. ¿Por qué hay en el flamenco tantos artistas con esas peculiaridades?

--Porque son artistas puros y como tal se sienten quizás y sin querer fuera de nomenclatura, actúan caprichosamente sin pensar en más consecuencias. Manuel Torres a pesar de ese carácter tuvo la oportunidad de alternar en muchas fiestas y juergas en la Quinta del famoso torero Sánchez Mejías que tenía en las afueras de Sevilla donde se reunía con Federico García Lorca. Sin duda eran noches de categoría con personas de categoría.

--¿Se entiende una buena juerga sin trasnoche y sin vino?

--El vino moderadamente consumido contribuye a crear el clima modélico para este tipo de arte, y por tanto no es que resulte imprescindible pero si es cierto que es un aliciente más para el desarrollo del mismo.

--Actualmente, ¿hay artistas con visos de convertirse en leyenda?, ¿qué se necesita para eso?

--Creo que sí pero no soy la persona adecuada para dar sus nombres. Mi responsabilidad como presidente al frente de la Peña Flamenca de Llerena hace que tengamos que medir mucho los conceptos respecto a las actuaciones que nos ofrecen los artistas. La verdad es que ese es un asunto que yo dejaría para otros.

--¿Cómo ve el futuro de las Peñas Flamencas en Extremadura?

--Las Peñas tienen hoy un futuro digno al contar con el apoyo de las administraciones públicas que conscientes del valor y la pureza de un arte tan nuestro y arraigado se prodigan al máximo con todos. La prueba es la cantidad de Peñas que hoy tenemos en Extremadura. Al hilo de esto quisiera poner como ejemplo el Concurso de Cante 'A la Sombra del Mudéjar' que este año cuenta con su segunda edición, y que ha nacido del apoyo mutuo entre la Peña Flamenca y el Ayuntamiento de Llerena. Para los interesados, los días 11 y 18 de julio semifinal, y el 25 del mismo mes, la final.

--¿Qué consejo daría a quien quisiera poner en marcha una Peña Flamenca?

--Primero, que tuviera fe en sí mismo y escuchara solo a los que pretendieran ayudar de corazón y no a los detractores que existen en todos los sitios, y este consejo ¡también para la vida!, y lo podemos dar porque hemos hecho un largo recorrido por la misma- (se ríe). Fíjese, los principios de la Peña llerenense se gestaron por la afición de un grupo de amigos que con frecuencia los fines de semana nos desplazábamos por los pueblos de alrededor yendo a las actuaciones flamencas. Después comentábamos los hechos en un bar muy conocido de Llerena 'El Bodegón' y allí nació todo, pero contando siempre desde el principio con el entusiasmo de amigos y aficionados a los que me gustaría recordar aquí, aunque no lo considero necesario. Ellos saben de más que me refiero a sus personas y que los tengo en la mente en cualquier cosa relacionada con el arte. Para qué todo vaya bien en la vida: fe en uno mismo y honestidad.

--¿Qué es lo que nunca debe permitir una Peña Flamenca?

--Indudablemente su prostitución. Que pierda su pureza y sus principios orgánicos aunque por otro lado debe estar abierta a la evolución de los tiempos, pero siempre dentro de la ortodoxia del flamenco.

--¿Ha tenido que pagar un precio como aficionado por conservar su ortodoxia?

--Sí, siempre ha habido que pagar algo porque son muchos los tirones que uno ha tenido que soportar. La gente cree que haciendo un flamenco de opereta el éxito es mayor, y se equivocan. Probablemente lo sería al principio pero como después lo que ofrece lo puede ofrecer cualquiera, se convertiría en un recreo más que ofrece una ciudad.

--Alguna noche memorable...

--Recordaré siempre con mucho cariño el recital que nos brindó el ya fallecido Manuel Mairena último representante de esa dinastía. También la visita de Carmen Linares que siempre ha demostrado ser una señora y una estudiosa del cante. Recuerdo una siguiriya que todo el mundo conocía y a la que se le reconoce sus dificultades y que ella cantó con tal perfección, que había momentos en que creíamos que no saldría adelante con los tercios. Los aficionados saben de los inconvenientes que tiene su ejecución, seguro que comprenden perfectamente lo que les digo. Dicen que la siguiriya es el cante que todos intentan y muy pocos consiguen, y eso hay que valorarlo.

--¿De qué se siente más orgulloso?

--Lógicamente de mi propia familia. Tengo cuatro hijas guiadas y amparadas por una madre inconmesurable que constituye el orgullo más grande, y el norte al que hay que seguir persiguiendo. Como presidente de la Peña Flamenca y aficionado me siento orgulloso del poder haber extendido al amor al flamenco, en especial a mi hija mayor y a la pequeña.

--¿Qué le queda por hacer?

--Bueno, ya a mi edad siempre hay ilusiones por seguir haciendo cosas, pero más que nada lo que quiero es saborear las conseguidas, disfrutarlas en unión con el círculo en el que se mueve uno, y tratar sobre todo de mantenerlas para que no se caigan. Ya sabemos que hay muchos vaivenes en la vida.