Raquel Cantero sabe de flamenco. Se ha criado escuchándolo (su padres son los artistas Eugenio Cantero y Nina Díaz), lo ha cantado, ha viajado llevándolo en la garganta y lo ha estudiado consiguiendo convertirse en doctora en Flamencología por la Universidad de Sevilla. En definitiva ha conseguido hacer con este arte, lo que cualquiera debe hacer para conseguir ser un buen/a profesional: recorrer desde abajo a arriba todos los estamentos de un oficio. Esta Semana Santa junto al flamencólogo Francisco Zambrano ofreció una clase magistral sobre la saeta, sus orígenes, en la Muestra Ilustrada de Saetas 'Mujerex' en Valencia de Alcántara.

--Como conferenciante, ¿en qué nivel catalogaría el conocimiento de los extremeños sobre el flamenco?

--Con toda mi humildad lo digo: creo que falta mucha cultura flamenca en general. Es cierto que últimamente se están llevando a cabo actividades en las que lo estrictamente musical se complementa con lo didáctico, pero creo que aún falta apostar a gran escala por esta segunda opción, y ello habría que hacerlo desde Conservatorios y Escuelas de Música, Colegios y Universidades.

--Hablaba en la introducción de esa conferencia sobre la saeta, explíquenos, ¿es o no es un cante primitivo?

--La saeta es un canto popular y no se hace flamenca hasta que la toman los flamencos en la segunda mitad del XIX. Es cierto que las primeras referencias de las que disponemos (hacia el último tercio del XVII) la ponen en boca de religiosos misioneros, que las cantaban (a veces tan sólo las decían o las "echaban") en sus procesiones de penitencia, en los vía crucis, en los rosarios y en diversos actos de los que se componía la misión. Pero no es menos cierto que, al menos, por el momento, no hay ni un solo dato que nos permita relacionar estas saetas de los misioneros (de contenido sentencioso y moral, a modo de avisos al pecador) con las saetas que el pueblo cantaba (de tipo narrativo sobre los diferentes episodios de la Pasión de Cristo), salvo que comparten una misma denominación. Desde el punto de vista literario la relación es nula. El problema se presenta en cuanto al punto de vista musical, pues si la melodía de la saeta popular quedó recogida por primera vez en el cancionero de Eduardo Ocón en 1874, no así ha sucedido con las saetas de misión, de las que no hay documentación musical explícita. Sí contamos con algunas descripciones, pero poco más, y eso nos impide realizar el correspondiente análisis comparativo entre las unas y las otras para intentar determinar de alguna forma su conexión. Aunque hace ya dos años que finalicé mi tesis doctoral sobre la saeta en Extremadura, sigo investigando en esta dirección, intentando buscar nuevos datos que nos permitan salvar ciertas lagunas, y tanto es así que hace poco tiempo he descubierto una información que podría despejar algunas dudas, pero de la que por el momento, no puedo adelantar más.

--Se ha centrado en el estudio durante los últimos años. Ya, Doctora en Flamencología, ¿a qué conclusiones ha llegado?

--Que no todo lo que se nos ha contado sobre flamenco es verdad. Desde el momento en que se están llevando a cabo investigaciones serias y rigurosas, se están descubriendo muchas cosas y se están tirando por tierra determinadas teorías que se han creído siempre irrefutables. El investigador no puede limitarse simplemente a la mera suposición, opinión o invención, sino que tiene que basar sus argumentos sobre la información fiable y contrastada que ofrecen las fuentes documentales y precisamente de esto es de lo que se ha carecido hasta hace unas décadas. Afortunadamente, cada vez son más los que se acercan al Flamenco con la intención de estudiarlo e investigarlo con el rigor que merece.

--Pertenece a la Asociación de Escritores, Críticos e Investigadores de flamenco (ACEIF), ¿que objetivos tienen?

--Según consta en sus Estatutos, entre sus principales objetivos se encuentra el velar por el prestigio de la función del crítico de flamenco y facilitar toda la información que se precise para el desarrollo, cultivo y conservación del arte flamenco. Hasta hace unos años organizaban y coordinaban el Congreso Nacional de Actividades Flamencas, además son los creadores del Premio de la Crítica 'Miguel Acal' que se entrega todos los años a un artista, investigador o mecenas destacado (es un premio del que Extremadura tiene representación en Francisco Zambrano y Javier Conde) y lo cierto es que para mí es un verdadero honor pertenecer a esta prestigiosa Asociación.

--¿Cuánto pesa ser hija de Eugenio Cantero?

--De Eugenio Cantero y de Nina Díaz, cantaora también y muy buena, por cierto, aunque lleve varios años retirada de los escenarios... Por una parte, pesa en cuanto a la responsabilidad que supone mantener con dignidad la tradición flamenca de mi familia, iniciada por mi abuelo Demetrio Cantero, y continuada por ellos. Por otra, es una satisfacción y un orgullo llevar el apellido que llevo, porque gracias a eso pude introducirme desde muy niña en los ambientes flamencos y empezar a tomar contacto con los artistas, las peñas y todo lo que rodea a este arte. Además, mis padres han sido los que me han enseñado a amar y respetar el flamenco y los que me han enseñado también que en esta vida nadie regala nada. Las cosas hay que ganárselas y todo es fruto del esfuerzo y del sacrificio.

--Desde los 8 años hasta ahora paso a paso, ¿siente que por eso su carrera tiene las bases más sólidas que la de otras/os artistas?

--Ese 'más que' implica comparación y a mí no me gustan las comparaciones, porque siempre he dicho que no hay nadie más que nadie. Cada uno es como es, con sus virtudes, con sus defectos y con su verdad. Y eso es lo que cada uno de nosotros hemos de defender: nuestra verdad. Evidentemente, una carrera artística con una trayectoria de cerca de 25 años y que, como dices, se ha forjado paso a paso permite acumular una experiencia de la que carece gente que está empezando, pero es que todo es cuestión de tiempo y quizás hoy en día hay demasiada prisa por ser artista. Creo que si se quiere llegar a buen puerto, el barco debe navegar lentamente, pues esa es, en mi opinión, la única forma de lograr el objetivo. Si navega a toda velocidad, se hundirá, sin duda.

--Ha recorrido España cantando y escuchado, ¿cómo aprendió más?

--¿Te soy sincera?, en la soledad de mi habitación..., aunque lógicamente un aprendizaje que se pretende 'completo' no puede limitarse a eso. Hay que complementarlo con otras experiencias y en este sentido mi paso por la Fundación Cristina Heeren fue fundamental. Allí comencé realizando un curso de verano gracias a una beca que me concedió la Junta de Extremadura y después continué por dos años más, becada por la propia Fundación. Fueron unos años maravillosos para mí, pues, además de disfrutar de unas clases deliciosas con Calixto Sánchez, con Paco Taranto, con José de la Tomasa y con Esperanza Fernández, tuve la suerte de coincidir con unos compañeros de estudio estupendos, de los que aprendí muchísimo porque cada uno de ellos venía de una zona diferente y a cada uno de ellos intenté cogerle el aire de los cantes de su lugar de origen. Resultó una experiencia muy enriquecedora tanto a nivel personal como artístico.

--¿Cómo introduciría a un neófito en este arte?, ¿qué le diría en primer lugar?

--Intentaría explicarle que el flamenco es una música extraordinaria, capaz de expresar y trasmitir todos los sentimientos que puede experimentar el ser humano y en la que se produce una conexión sensorial recíproca maravillosa, entre el intérprete y el oyente. Le aconsejaría que se detuviera a pensar lo que se dice cuando se canta y también que intentara captar las sensaciones que podría producir escuchar a Pastora o a Tomás. Una de dos: o sale corriendo o se convierte en un aficionado cabal.

--Denos una breve lección de flamenco.

--El flamenco es una manifestación artística tan rica que no podría reducirse a lo que me pides. Pero como hay que ser breve, voy a elegir unos versos de un poeta cacereño, D. Emilio González de Hervás, que en su poema 'Er Cante' sí que nos da una gran lección, sobre todo en sus versos finales, que dicen así: "Pa" paladear el cante hay que sentirlo..., y callar.

--Responda a la pregunta del anterior invitado: ¿Qué cree que le falta al flamenco extremeño para ser tan reconocido como el andaluz?

--Más unión entre los colectivos que lo integran, que las Instituciones apuesten firmemente por el flamenco como algo inherente a nuestra cultura y, en definitiva, que todos aprendamos a valorar y defender lo que tenemos.