La historia de Daniel Tafur con el CD Badajoz se puede resumir como la crónica de una compra frustrada. El inversor de raíces extremeñas y el club blanquinegro parecen los protagonistas del corto cinematográfico ‘El Columpio’, en el que dos jóvenes se conocen en una estación de tren, se miran fijamente y piensan en un corto lapso de tiempo cómo sería su vida al lado del otro. Para quien no haya visto este filme de apenas nueve minutos, el final es muy similar a la historia que ya se conoce entre el conocido jugador de póker y la entidad pacense.

Símiles del celuloide aparte, Tafur, muy vinculado a este mundo por su padre, director de cine y productor de origen pacense, y por su madre, Fiorella Faltoyano, reconocida actriz y escritora, lleva varios años sondeando la compra del Badajoz. La primera toma de contacto que se conoce data de mediados de 2019. En ese momento, el Nuevo Vivero estaba viviendo una transición entre la salida de Premium Sport y la llegada de Joaquín Parra. Por aquel entonces, a Tafur no le dio tiempo a presentar oferta formal, pero sí que preguntó y se interesó por un club que estaba inmerso en un cambio de manos.

Con la irrupción del empresario sevillano, Tafur desapareció del mapa blanquinegro durante más de dos años. Concretamente hasta bien avanzado el 2021, con Joaquín Parra ya en la cárcel y presentando una oferta de compraventa para hacerse con el paquete accionarial mayoritario del club. 

En 2019 tuvo la primera toma de contacto entre la marcha de Premium y la entrada de Parra

La de Tafur fue, junto con la oferta del grupo de inversión británico, conocida como «los brasileños», las dos que relató Pepe Reynolds en la comparecencia del pasado 10 de enero. Cinco días antes, Tafur ya habría comunicado a los interlocutores de la entidad blanquinegra que desistía de su interés ante la falta de respuestas por parte de la familia Parra. No obstante, Reynolds afirmó que, pese a haber retirado la oferta, el empresario seguía interesado en adquirir el club y eso quedó patente en el anuncio del pasado 13 de enero, en el que Dupi leyó el comunicado afirmando que «Joaquín Parra, en cumplimiento de su palabra» había aceptado la oferta de Tafur. Los días posteriores transcurrieron con una calma tensa hasta que la noche del 21 de enero saltó la sorpresa: el acuerdo de venta se había cerrado al fin. Pero el comprador no era el empresario de origen pacense, sino que era un extraño conglomerado de empresas representado por Diego García, expresidente del Elche. Parecía que el destino de Tafur se alejaba otra vez del Nuevo Vivero. 

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El pasado 5 de enero retiró su oferta ante la falta de respuesta de la familia Parra

Pero el desembarco de la nueva propiedad en Badajoz vino de la mano de la oscura sombra de Oliver y Zulategui, lo que provocó un motín más virulento en todos los estamentos del club que hizo que estos dueños recién aterrizados volvieran a sacar a Tafur a la palestra. En este caso, le instaban a que en diez días negociaran la transmisión de sus derechos y obligaciones sobre las acciones del club. La esperanza de que Daniel Tafur comprara el Badajoz y resolviera sus problemas fue real durante unos días. Concretamente, hasta el pasado martes, cuando declaró en un comunicado que era «inviable» por el momento, emplazándose a volver a intentarlo de nuevo en el futuro. Da la sensación de la historia entre Tafur y el Badajoz tiene aún capítulos por delante.