Se podrían hacer un sinfín de alegorías para describir el año que está a punto de finalizar para el Badajoz. Pero, sin duda, una de las comparaciones que más se aproxima a la realidad sería el de un avión. Un equipo que empezó el año volando en business con el fin de subir a la categoría de plata y sufrió un error tan grave como inesperado cuando estaba a punto de llegar a su destino. A partir de ahí, comenzaron a surgir un cúmulo de problemas que hicieron que la entidad blanquinegra tuviera que improvisar un aterrizaje de emergencia para evitar estrellarse y que todo volara en mil pedazos.

Desde principios de enero hasta mediados de mayo el viaje fue plácido. Los blanquinegros eran una escuadra temible. Por números, el mejor de la categoría. Tenían un plantel temible con dos jugadores por cada puesto. Se acostumbraron a ganar con el piloto automático y cuando los partidos terminaban en empate era lamentado por los pacenses y celebrado por unos rivales, que conseguían arañar puntos a un coloso casi inexpugnable. La única derrota fue anecdótica. En un campo complicado, ante todo un Real Madrid Castilla que se jugaba la clasificación y con una alineación llena de jugadores no habituales. 

El playoff llegó y se jugaba ‘en casa’. Un elemento a priori favorable, pero reconocido por muchos como un arma de doble filo. El Badajoz cumplió con solvencia en la primera eliminatoria, disputada en Almendralejo ante el Zamora. Apenas un día después, el sorteo dictaminó que la final de las finales se jugaría en casa, a partido único y ante el teórico rival más asequible: el Amorebieta. Último escollo hacia el ansiado y perseguido ascenso. Por si fuera poco, en esta ronda el empate también le valía al cuadro blanquinegro. 

Joaquín Parra. SANTIAGO GARCIA

Todo estaba preparado para la gloria. Absolutamente todo. Las colas en torno al estadio fueron descomunales en los días previos para poder conseguir ese tesoro denominado como entrada. El optimismo y la ilusión cegaban todo el entorno. Cuando llegó el gran día, las luces se apagaron. La noche que debería haber sido la mejor para los del Nuevo Vivero se convirtió en una pesadilla. Los vascos se adelantaron antes del ecuador de la primera mitad y a los de Fernando Estévez se le nublaron las ideas. Jugaron atenazados y apenas fueron capaces de poner peligro ante la portería rival. El pitido final dio lugar a una tragedia histórica en la capital pacense.

Un verano agitado

Este primer contratiempo hizo variar radicalmente un itinerario en el que no había previsto un ‘plan B’. Siguió Parra, pero Echave relevó a Trigo en la dirección general y Óscar Cano hizo lo propio en el banquillo con Estévez. Vizcaíno tampoco continuó y su puesto lo ocupó Dupi. El verano comenzó torcido y movido. No había la misma ilusión que en años pretéritos. Y eso se terminó de estropear a finales de julio, cuando se registraron las oficinas del Nuevo Vivero y Extrem Petrol, propiedad de un presidente blanquinegro que acabó ingresando en prisión.

Desde entonces, la entidad se mueve con un funambulismo constante. Con un cable cada vez más frágil e inestable. Y con una amenaza cada vez mayor. La aeronave pacense pidió un aterrizaje de emergencia que no termina de llegar. Desde aquel momento, y aunque se hayan celebrado pequeños logros como poder fichar a finales de verano o desbloquear las cuentas para poder pagar a jugadores, cuerpo técnico y trabajadores del club, lo cierto es que el club muestra síntomas de agotamiento en el plano financiero y la tripulación ya se está equipando con los paracaídas porque esta historia pinta a que tendrá un desenlace complicado si las cosas no se arreglan. La venta no termina de llegar, ni las otras posibilidades que se ofrecen desde dentro del club tampoco parece que se produzcan.

Un partido de esta temporada del Badajoz. Andrés Rodríguez

Entre tanto, en lo deportivo, han sido unos meses de luces y sombras. Con un equipo que, pese a todo, sigue con los puestos de fase de ascenso a tiro en mitad de una plaga de lesiones. Lo de la Copa del Rey, por su parte, fue breve y desastroso a partes iguales ante un Alcoyano que se cargó al Levante y espera volver a repetir machada ante el Real Madrid a principios de año.