Opinión | fronteras

Nuevos caminos

Dice cada uno habla de la feria según le va en ella (La Celestina IV 166): Es día de resaca. De despertar. De pesadillas. De sueños. De deglutir la injusticia. De levantar el teléfono y devolver mensajes. De agradecer. De olvidar. De dedos dormidos de tanto hacer la señal de Victoria. De agujero en el estomago. De, y, ¿mañana, qué?. De, y, ¿de lo mío, qué? De las palabras a los hechos. De responsabilidad. De abismos que se abren a los pies. De en casa todos se alegran. Por mi nueva vida. En el gobierno. De en casa todos se alegran. Por mi nueva vida. De regreso. De festejar con disimulo. De disimulo. De reír por lo bajini. De alivio. De vergüenzas. De sonrojos. De taquicardia. De euforia. De vértigo. De mirar de reojo al de al lado. De mirar con arrobo al de al lado. De admirar. De aupar. De denigrar. De fustigar. De malmeter. De aprovecharse. De traicionar. De dar una lección de saber estar. De honestidad. De elegancia. De alegría. De, todos a una. De, tú puedes. De no vale la pena. De portazos. De encararse. De decisiones. De ida y vuelta. De por aquí no paso. De conciencia. De inconsciencia. De impotencia. De impaciencia. De prepotencia. De hacer historia. De un niña que abraza a su madre mientras todos ríen y la felicitan. De una mujer que aprieta la mano de su marido. De todo está bien, querido. De bienvenida. De vuelta a casa. De recordar que todo es temporal. De paz. De abrirse una cerveza y beberla a morro. De champagne. Cava, o lo que se tercie. De los mismos perros con distintos collar. De renovación. De lavar las caras. De no me lo esperaba. De shock. De noqueo. De fatuidad. De callar bocas. De alzar la voz. De puñetazos en la mesa. De donde dije digo, digo, Diego. De librarse por los pelos. De reproches. De dar la vuelta a todo como a un calcetín. De encontrarse los ojos por encima de la muchedumbre, a través de un whatsapp. De saber que hay alguien, para ti, siempre. De la lealtad. Del compromiso. Del trágala. De la soledad. De saberse solo ante el peligro. De promesas incumplidas. De promesas por cumplir. De atarse los machos. De dar la palabra. De estrechar la mano. De pactos de caballeros y de damas. De no he pegado ojo. De miedo. De vomitar. De sorpresas. De titulares. De primicias. De beso en la frente. De besos de Judas. De palmadas en la espalda. De uys. De hala. De “vales mucho, nena”. De ultima hora. De te quiero mucho, no lo olvides. De orgullo. De cambio. De parafrasear a Obama. De necesito una copa. De acuéstate un rato. De descansar, por fin. De saberse arropado. De buen trabajo. De la pena de no ver los frutos del trabajo .De agotamiento. De, vamos a conseguirlo. De, no te hace falta. De cerrar los ojos. De Esperanza. De apoyos. De nuevos caminos. De empezar de cero. De levantar la copa, sin importar el color, la tendencia, el partido, victoriosos o vencidos, para brindar por la democracia. Y, por la cándida adolescencia.

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