Opinión | El embarcadero

Democracia imperfecta

Vivir en una democracia siempre será mejor que hacerlo en una dictadura. Eso lo saben bien personas como nuestros padres y abuelos, que padecieron un régimen sin libertades, garantías ni pluralismo políticocomo fue el franquismo. Aun así, esto no es impedimento para que podamos realizar aportaciones para el ensanchamiento de una democracia representativa como la actual, inconclusa y que se podría regenerar considerablemente. Lo primero tal vez sería hablar de partitocracia en lugar de democracia, dado el poder omnímodo que presentan estas organizaciones,reconocidas por la Constitución. Después del desprestigio sufrido durante la dictadura -habían sido prohibidos, perseguidos y castigados-, era casi una manera de hacerles justicia. Han transcurrido cuarenta y seis años de las primeras elecciones libres tras la II República y los partidos siguen acaparando un gran dominio. Su afán por controlarlo todo acarrea una erosión de la división de poderes, a lo que se suma el hecho de que los electores no podamos todavía expresar nuestras preferencias por candidatos individuales a través del voto, a diferencia de lo que acontece en países como Finlandia, Bélgica o Brasil. La lista abierta es uno de esos avances democráticos pendientes, tan solo posible hoy en día y hasta cierto punto en los comicios al Senado y en municipios con menos de 250 habitantes. Es verdad que ha costado lo suyo lograr el derecho al sufragio para desaprovecharlo el próximo domingo aunque, no seamos ingenuos, la democracia no es solo votar cada cuatro años. No puede ni debe limitarse a eso. La participación política es cambiante, ha variado desde 1978 hasta el presente, y la ciudadanía exige, mucho más como consecuencia del 15M, nuevas formas de acción vinculadas con sistemas de gobierno basados en una democracia directa o pura. No es una quimera. Con voluntad y determinación es posible establecer, sobre todo en ayuntamientos y comunidades autónomas, nuevos caminos para dar respuesta a las demandas de una «democracia real» frente a los sistemas representativos. Candidaturas ciudadanas, presupuestos participativos, principios éticos como la limitación de mandatos y sueldos, democracia asamblearia, insaculación (sorteo), herramientas digitales para la participación, por ejemplo para referendos de iniciativa popular, o fórmulas mixtas que incluyan dosis de democracia directa en la lógica representativa son algunas de las opciones que se podrían generalizar en regiones y municipios para mejorar las formas convencionales de hacer política. Ojalá más pronto que tarde estas ideas dejen de ser teoría política y se conviertan en praxis en Extremadura; será la prueba de que nuestra democracia deja de ser imperfecta.