Opinión | LA ATALAYA

Afinando (XXI)

Durante años se consideró que al menos dos de las puertas del recinto toledano, la Vieja y la Nueva de Bisagra, por hablar solo de sus elementos castrenses más significativos e identificables, constaban de dos fases. La primera, de aparejo a base de grandes sillares, había de ser necesariamente de época taifa. De cuando la dinastía local tulaytulí alcanzó su mayor peso político. No había una explicación arqueológica suficiente, ni convincente. La fecha se apoyaba en otros órganos semejantes con el mismo grado de incertidumbre cronológica. La segunda fase, por estar principalmente edificada en ladrillo y la tradicional mampostería encadenada de los inmuebles medievales y modernos de la ciudad, se calificaba, con ese adjetivo tan equívoco -y, desde luego, tan discutible-, de mudéjar. En cualquier manual anterior a los años 90 del siglo XX se afirmaban esas calificaciones rotundamente. Pero los avances de la Arqueología Medieval, con la aplicación de métodos no exclusivamente estilísticos, las puso en duda. Un levantamiento y un análisis constructivo de la Vieja, mucho menos modificada en su traza original que la Nueva y bastante menos conocida, permitió apreciar dos rasgos imposibles de soslayar. Las supuestas diferentes fábricas arquitectónicas de ese acceso carecían de suturas entre sí. Es decir, no se notaba una diferencia temporal en su erección. O, lo que es lo mismo, se levantó enteriza y no por etapas, como venían suponiendo los historiadores del Arte.

Y, lo que resulta mucho más significante, había allí ciertos sistemas defensivos no documentados en las construcciones islámicas peninsulares, ni anteriores ni posteriores. Posee buhedera, buharda y, lo más sorprendente, rastrillo. ¿Recuerdan haberme escuchado hablar, en obras de nuestro territorio, de esas rejas enormes, que se movían mediante tornos, y servían para cerrar grandes vanos en los accesos a las plazas amuralladas? Conclusión: nuestra puerta no tiene dos momentos constructivos, reparaciones al margen, ni lo que se conserva se debe a los poliorcetas andalusíes. No me refiero a la mano de obra, que es local sin duda. Lleva impresa la huella de la Tercera Cruzada y de sus asedios. Nada que ver con Badajoz.