Opinión | EL CHINERO

Promesas incumplidas

ignacio Gragera, durante la presentación del programa electoral del PP en los Jardines de la Galera.

ignacio Gragera, durante la presentación del programa electoral del PP en los Jardines de la Galera. / S. GARCÍA

Un buen ejercicio práctico de higiene democrática sería enfrentar el programa electoral que presentó cuatro años atrás el partido que esté gobernando con las acciones que realmente ha ejecutado. En función del resultado, el elector podría al menos tomar una decisión sobre una base práctica. Sabría si quienes han tenido la posibilidad de gestionar y tomar decisiones han cumplido los compromisos adquiridos.

Una idea que repiten los candidatos es que en la política municipal no existen tantas diferencias ideológicas entre las distintas siglas, que comparten el interés por mejorar y buscar soluciones a los problemas de la ciudad, con actuaciones basadas en el sentido común. Esas mejoras y esas soluciones son las que se plasman en el programa electoral y cuando concluye un mandato, debería valorarse el grado de cumplimiento, por respeto a quienes los colocaron en el sitio donde han estado y por el que han cobrado un generoso sueldo durante cuatro años. 

Cuatro años que deberían dar para mucho. No ha sido así en el Ayuntamiento de Badajoz, donde el equipo de gobierno de coalición no siempre ha podido presumir de consenso interno. Del ‘Badajoz extraordinaria’ que presentó en 2019 Francisco Javier Fragoso al ‘Somos Badajoz’ de Ignacio Gragera distan unas cuantas promesas incumplidas. Un repaso rápido a los programas electorales da idea de la cantidad de proyectos que entonces se anunciaron, no se cumplieron y de nuevo el PP ha rescatado, para un ‘Somos Badajoz’ en el que es cierto que han salido adelante actuaciones, algunas tan importantes como el corredor verde de la calle Stadium, la remodelación de las plazas de Conquistadores y de los Alféreces, plataformas únicas y el impulso -que no creación- del Consorcio del Casco Antiguo, que aún está por ver la luz.

Otras muchas se han quedado en el cajón, del que Gragera ha vuelto a extraerlas, dándolas a conocer como si fuesen ideas nuevas. Muchas no lo eran hace cuatro años. Por citar algunas: la piscina de Gévora y un centro multideportivo en Villafranco, que iban en el programa de Fragoso. También la recuperación del entorno del Fuerte de San Cristóbal, el cine de verano itinerante en barrios y poblados, incentivos para adaptar viviendas de personas mayores y con discapacidad, un autobús para los usuarios del aeropuerto o la eliminación de los aparcamientos del interior de la Alcazaba. Todas estas medidas ya se anunciaron hace cuatro años, no se han cumplido y vuelven a rellenar las páginas de promesas del PP.

El papel lo aguanta todo y la lista de incumplimientos cuatro años después es larga y prolija. Jugarretas del destino, Fragoso anunció la recuperación del puente de Gévora, que no solo no se ha rehabilitado sino que Efraín remató su deterioro. Dijo que iniciarían gestiones para que edificios singulares como Las Tres Campanas o La Giralda se declarasen Bien de Interés Cultural. Nada de nada. Iban a remodelar la plaza de San Atón, crear la Concejalía del Casco Antiguo, fomentar la instalación de una comisaría de policía conjunta, una ordenanza para viviendas vacías, nuevas zonas de autocaravanas, terminar las obras pendientes en el ala vacía del teatro López de Ayala, completar la red de bibliotecas municipales (algunas han estado cerradas más de un año), recuperar el Círculo Pacense, crear el Mercado de las Artes, plataforma única en la avenida de Huelva, un cementerio de animales, becas para universitarios, un plan de apoyo al trabajador autónomo, programas de vivienda compartida, conjuntos escultóricos dedicados al Carnaval, la Semana Santa y el fútbol local y la conversión en semillero de empresas del antiguo matadero municipal, que no solo no va a tener este destino (será la sede de Vías y Obras) sino que aún sigue en fase de derribo. En los partidos saben que el incumplimiento no es lo que guía la decisión de los electores, que no conocen ni qué contienen los programas. Son los errores de bulto los que movilizan el voto. De eso se valen. También los ha habido.

Suscríbete para seguir leyendo