Opinión | EL EMBARCADERO

Tierra

Si hay algo que define mejor al pueblo extremeño es su vinculación y apego a la tierra. Las actividades agrícolas, ganaderas y forestales han sido la base para el sustento de la población aunque han tenido que hacer frente a su gran problema: la desigual distribución de la propiedad de la tierra y la dependencia absoluta de cientos de miles de campesinos de un número muy limitado de propietarios. Hace unos días se estrenó en Badajoz un documental único, de esos trabajos audiovisuales que deberían ser vistos en los institutos y, en general, por toda la ciudadanía extremeña, dada su relevancia para entender no solo el pasado sino también el presente de nuestra región. En ‘Hambre de tierra. La cuestión agraria en Extremadura’, de Producciones Mórrimer, se nos muestra un interesante y dilatado recorrido histórico, de la mano de diversos expertos, centrado en el discurrir agrario. Para ello, parte de los tiempos de la reconquista, con la entrega de grandes extensiones de tierras a órdenes militares, instituciones religiosas y nobles. No obstante, será en el siglo XIX cuando, con las desamortizaciones, el Estado, mediante la venta de casi la mitad de la superficie total de Extremadura, agudizó esta situación de desigualdad y pobreza, al ser privados numerosos campesinos de las tierras comunales. El hambre, la miseria y el analfabetismo fueron la tónica en años de latifundismo y caciquismo, donde quien tenía la tierra, y por ende el poder, decidía quién trabajaba en el campo y quién no. Resulta entendible que surgieran protestas y luchas campesinas, así como deseos de reforma agraria, que no fueron atendidos suficientemente por los gobiernos de la II República, y que desembocarán, tras el 18 de julio de 1936, en una brutal represión, que tuvo un marcado carácter agrario pues estaba dirigida en especial a quienes solo buscaban mejorar sus paupérrimas condiciones de vida. Había que castigar la ocupación pacífica del 25 de marzo. A pesar de la insistente propaganda del régimen con el Plan Badajoz, la dictadura franquista trató a Extremadura como una colonia interior, como proveedora de mano de obra, materias primas y energía, favoreciendo así una masiva emigración. Es por eso que, no lo olvidemos, muchos de los problemas que sufre Extremadura en 2023 tienen un origen agrario y vienen arrastrados desde hace siglos, como son la falta de infraestructuras y de un tren en condiciones, la despoblación, la deficiente inversión industrial o la amenaza acuciante de un extractivismo voraz.