Aunque a los ciudadanos les importe un pimiento -más allá del cotilleo de nombres, filias y fobias- y los políticos se empeñen en decir que se trata de un proceso que se realiza con total normalidad, no les crean.La elaboración de una candidatura convulsiona a los partidos, especialmente a los que tienen posibilidades. Los que están fuera, desean entrar, pero no todos los que están dentro, quieren salir. Y no hay sitio para todos. Por eso, las dentelladas son sangrientas y las heridas tardan en curar. Estas son mis 10 claves para la elaboración de una lista electoral, esencialmente municipal, puesto que la ciudad es el entorno propicio para demostrar el acierto o fracaso de nominadores y aspirantes, en muchos casos, también intrigantes. 1. La lista debe hacerla el candidato. Escuchando a muchos, pero sin tutelas ni imposiciones, porque él es quien da la caray se lo juega todo. 2. Deben ser personas de la ciudad, no recién llegados, no extraterrestres, no figurantes ni leales al partido. Ni siquiera vale, al menos como única cualidad, su fidelidad, real o impostada, al líder. 3. No se viene a aprender ni a hacerse un nombre ni a pisar moqueta ni a cobrar un sueldo. Vienen a trabajar y, por tanto, han de venir aprendidos de casa. Sabiendo a lo que se exponen y lo que se les demandará. Esto no es un juego, sino una prueba de exigencia permanente. 4. Han de representar a la sociedad, no al partido, no a la ideología, no a sus principios, si es que los tienen. Deben dejar a un lado el sectarismo del intolerante y el radicalismo del ignorante. Si representan al partido, no me representan a mí. 5. No esperamos doctores, licenciados o ingenieros, pero qué mínimo que no sean analfabetos de la vida o la cosa pública. Si no saben de cultura, deporte, urbanismo, bienestar social, un pleno, una propuesta de gastos o la ley de contratos del sector público, mejor que se queden donde están. Es posible que cuenten con técnicos a su lado, pero sus decisiones deben tomarse con conocimientos y no de oídas. 6. Que tengan dónde volver, que no procedan de la cofradía del hambre, que haya un trabajo o un sueldo esperándoles, para evitar que se eternicen en el cargo cuando comiencen a flaquear, que es lo que ocurre casi siempre. 7. Los familiares, amigos íntimos, los de la palmadita en la espalda o tener siempre dispuesta la botella de agua son bienvenidos, pero no parece que sean los mejor preparados para participar del invento. 8. Que cuenten con experiencia laboral, en la vida, que sepan qué es el estudio, el esfuerzo, el sacrificio, la generosidad y la humildad. Y que no olviden qué sucedería con sus hechos si trabajaran en una empresa privada. 9. Que no tengan cara de sota ni miren por encima del hombro. No esperamos que sean la alegría de la huerta o expertos en todo, pero tampoco queremos gente que no sirva absolutamente para nada. Y 10. El compendio de una buena lista electoral es que sus miembros sumen las 5 p’s: Popular, Propagandista, Político, Pacense y Preparado. Como dijo el célebre consultor político C.J. Nothinggate, procurar que algunas listas no parezcan tontas…y con pinta de concejal no adscrito.

*Periodista