Opinión | EL EMBARCADERO

Testimonios que nos interpelan

Recuerdo la expresión de sorpresa e indignación que suscitó entre mi alumnado el visionado de un cortometraje ‘Escúchame’, de Mabel Lozano. No lo seleccioné al azar. Me servía para abordar en clase las condiciones de algunas personas inmigrantes, en concreto de mujeres, que llegan a países como España en busca de nuevas oportunidades y son obligadas a ejercer la prostitución. 

La terrible situación que padecen millones de mujeres y niñas en el mundo que son explotadas sexualmente nos tiene que hacer pensar en cómo acabar con ese mercado de compraventa de personas, convertido en un negocio lucrativo para las mafias que lo dirigen y del que son cómplices los hombres que acuden a clubes de alterne. 

Cuando aún se normaliza algo que no lo es: que, por ejemplo, un grupo de amigos, en el transcurso de una despedida de soltero u otra celebración, se vaya a un prostíbulo, resulta muy necesaria la labor que viene realizando desde hace años Mabel Lozano, que se ha convertido en una abanderada contra la explotación sexual de las mujeres a través de la prostitución y la trata. 

El pasado lunes estuvo en Badajoz y su discurso –claro, firme y sin ambages– resonó en el salón de actos de la Residencia Universitaria Hernán Cortés junto a sus cortos, en los cuales aparecen testimonios que nos interpelan para hacer algo, actuar, denunciar, acabar con esta lacra silenciada. Uno de ellos fue el del hijo de la colombiana Yamiled Giraldo, una antigua víctima de trata y testigo protegido que fue asesinada en 2009 en Cordovilla (Navarra) por encargo de su proxeneta, al que había denunciado. Él estaba presente cuando unos sicarios acabaron con la vida de su madre. Forma parte del corto ‘Biografía del cadáver de una mujer’, con el que Lozano ganó el Goya al mejor cortometraje documental en 2021. Otro testimonio fue el de una joven española que, tras enviar vídeos suyos de contenido sexual por internet, fue extorsionada, captada y prostituída.

Por tanto, acciones como esta son fundamentales para sensibilizar sobre la explotación sexual así como para generar entre los jóvenes pensamiento crítico, alertarles sobre estos peligros y formarles en el uso adecuado de las redes sociales. Sin olvidar algo clave: la necesidad de más y mejor educación afectivo-sexual en los centros educativos y en el ámbito familiar.

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