Opinión | EL CHINERO

Carnaval incontenido

Colas delante de los urinarios portátiles de la plaza de San Atón.

Colas delante de los urinarios portátiles de la plaza de San Atón. / Andrés Rodríguez

Dice el Ayuntamiento de Badajoz que en los cinco días principales de celebración del Carnaval, desde el viernes del pregón al Entierro de la Sardina de San Roque, ha habido en las calles más de 625.000 personas, casi el doble que en la edición anterior, que rozaron los 350.000 participantes. Era previsible que la afluencia de público se incrementase, por muchos motivos. Entre otros, que había unas ganas contenidas de celebración tras la crisis sanitaria, que han explosionado en la edición de 2023 de esta fiesta, la primera sin restricciones y el año de la consolidación de su título de Interés Turístico Internacional. Las agrupaciones carnavaleras se lo han preparado con interés, esfuerzo y verdadera devoción y han estado trabajando concienzuda y generosamente para estar por encima de la altura exigida. También ha influido de manera incuestionable que la Junta de Extremadura hiciese festivo el martes de Carnaval en toda la región, lo que provocó una afluencia masiva y sin precedentes el lunes en Badajoz, que hasta ahora se reservaba para los juerguistas locales. Este día la participación llegó a ser de 200.000 personas en la calle, mucho mayor incluso que la del sábado. Era previsible por tanto que la presencia de público en el Carnaval pacense de este año se incrementase.

Previsible para todos menos para el ayuntamiento, donde ni se plantearon esta posibilidad fehaciente y organizaron el Carnaval de 2023 por inercia, con los mismos recursos e idéntico presupuesto. Los problemas de limpieza de las calles se han multiplicado proporcionalmente a la presencia de gente, como era de esperar. En 2022 se instalaron 96 urinarios portátiles repartidos por las diferentes zonas carnavaleras. En 2023 han sido 99: tres más para atender a 625.000 vejigas incontenidas. Menuda falta de previsión. ¿Dónde están las cabezas pensantes de este equipo de gobierno? Encima tienen la desfachatez de sumar a la disponibilidad de urinarios públicos los de los bares, que en esta fechas están obligados a mantener sus servicios abiertos y limpios a disposición de todo el que llegue de fuera. Eso dicen en el ayuntamiento, aunque no todos los hosteleros se dan por aludidos. Estaría bien saber a cuántos establecimientos públicos han sancionado estos carnavales en Badajoz por no tener disponibles sus aseos. Y si algún responsable se ha tomado la molestia de comprobar que no existía tal disponibilidad. 

Después se quejarán los vecinos de la falta de civismo de los carnavaleros, que no tienen el menor reparo en desahogarse en cualquier rincón. Los vecinos tienen toda la razón. Orinar en la calle, en un portal o en una esquina de un espacio público no es tolerable. Pero todo lo que entra tiene que salir y una fiesta que se basa en el consumo de bebida en casi todos sus escenarios, debe dar respuesta a una necesidad fisiológica incontenible. Sé de un grupo de niñas preadolescentes que tuvieron que buscar refugio en el parque de Castelar, solitario al caer la noche, porque hasta en tres bares les impidieron el acceso a sus servicios: en uno les dijeron que estaba averiado, en otro que estaba fregado y en el último, que no podían entrar porque no eran clientas. Así es como colabora parte de la hostelería en esta fiesta, en la que es el sector que más caja hace. Les amplían el horario de apertura, les dejan poner barras en la calle y no les limitan los precios por consumiciones que luego no permiten evacuar amparándose en su derecho de admisión. Inadmisible. Si contratan personal para servir, también podrían hacerlo para mantener los baños en estado de revista o colocar urinarios portátiles. La implicación de los bares con la fiesta debería ser biunívoca.

Por no hablar de la falta de recursos extraordinarios para la limpieza de las calles. Doce horas después de terminar el gran desfile del domingo -ese que ha sido el mayor de la historia del Carnaval- las avenidas por las que transcurrió seguían llenas de basura sin recoger. El Ayuntamiento de Badajoz ha pecado de falta de previsión y de dejadez en una fiesta que se define como la más representativa de la ciudad y de la que ya se sabía que en esta edición daría cifras históricas. El Carnaval de Badajoz 2023 ha sido histórico, sí. Pero gracias a los carnavaleros, no a los responsables públicos.