El golpe de mano de Ordoño II (913-914) contra Yabura impresionó -léase atemorizó- a toda la región occidental de Al-Ándalus. No era para menos. Si algo queda claro de esta historia es que el reino de León había mantenido hasta entonces una política relativamente poco agresiva contra sus vecinos meridionales y aprovechando las dificultades políticas en que se hallaba Qurtuba en los años finales del reinado de AbdAllah -se ha llamado al momento primera ‘fitna’ (= revolución)- intentaba sacar partido a pesar de la lejanía de la frontera andalusí y de todas las dificultades geográficas y técnicas ya analizadas. Los leoneses, digámoslo con claridad, eran menos belicosos que sus, por entonces, súbditos castellanos. Sus preocupaciones predominantes eran otras. Pero, la economía es la economía, y las cabalgadas, las llevara a cabo quien fuese, hacia norte o hacia sur, eran sobre todo empresas económicas. Complemento a la precaria economía de aquellos principados.

Yabura estaba demasiado cerca de Batalyaws como para dejar impasibles a los habitantes de la, aparentemente, más importante ciudad administrativa del occidente andalusí. Allí gobernaba, en una tregua con los emires, AbdAllah b. Muhammad b. Abd al-Rahman b. Marwan al-Yilliqi y los moradores de su capital y, se entiende, de su inmediato alfoz le pidieron permiso para emprender las obras necesarias y poner sus murallas en estado de revista. Veían inminente el peligro de otra hazaña leonesa y eran conscientes del lamentable estado de sus defensas -como en la ciudad vecina-, sin reparar desde su construcción por el fundador. Es la referencia más exacta a la existencia de un recinto, más supuesto que constatado, en la plaza. El último de los Yilliqíes aceptó la petición de sus gentes -a la fuerza ahorcan- y tomó a su cargo la obra. Es difícil calibrar el sentido de esta noticia, fuera de su veracidad. ¿Pagó la obra el oligarca de su peculio? ¿Recibió ayuda económica del emir? O, ¿empleó el dinero de los bienes habices, de las fundaciones pías de la comunidad, inalienables por su propia naturaleza? No es cuestión menuda, aunque nunca nadie lo haya sacado a relucir. Significaría que la mayoría de los naturales eran musulmanes.