La Crónica de Badajoz

La Crónica de Badajoz

José Manuel Rodríguez Pizarro

Imaginar el futuro

Casi desde siempre, pero mucho más tras la llegada de la covid-19 a nuestras vidas, hemos sentido una sensación de desasosiego y de temor al mañana solo equivalente ante hechos del pasado traumáticos. Las incertidumbres han tomado el timón y pilotan unas naves cuyo final de trayecto pocos pueden aventurar. La emergencia climática, la guerra en Ucrania, la crisis energética, la inflación, la desigualdad o el auge de la extrema derecha y sus discursos de odio y antiderechos son una muestra de algunos de los desafíos a los que nos enfrentamos y de los que se hacen eco los medios de comunicación. Como complemento al periodismo, existen ficciones capaces de vislumbrar escenarios distópicos próximos a los tiempos actuales. Ocurre en la miniserie británica ‘Years and Years’ (2019) y también en la obra póstuma de Almudena Grandes: ‘Todo va a mejorar’, que ha llegado a las librerías esta semana. En esta novela de anticipación, Almudena quiso mirar un futuro oscuro: el de una España convertida en una dictadura ultracapitalista en la que el país es una especie de empresa privada con dueños, que son los propietarios de las grandes compañías. Es lo que tiene la literatura, que nos permite imaginar el futuro no solo para contarnos historias, descarnadas o esperanzadoras, sino también analizar y entender los problemas y peligros del presente. En nuestras vidas y en esta novela la pandemia lo cambió todo y, a partir de ahí, la escritora madrileña plantea -voy descubriendo a la par que avanzo en la lectura de las casi quinientas páginas- situaciones que nos suenan: personas que se enriquecen de las desgracias ajenas, que entienden la libertad como un sálvese quien pueda o como un territorio para hacer negocios sin escrúpulos. Un hecho palpable hoy día desfila también en ‘Todo va a mejorar’: el desprestigio de la política pero también de la justicia, de la prensa … Y sin olvidar ese narcisismo hedonista ultraliberal del «haz lo que quieras», «tienes derecho a comprar lo que desees»o «el cliente siempre tiene razón», una oferta de libertad extrema que, a mi juicio, desemboca en la degradación de la democracia. Sin embargo, la desazón se combate, algo propio de Grandes, con luchadores. Así, frente a un pesimismo cínico, del «nada tiene arreglo» y «yo me desentiendo», surgen personajes con convicciones, que viven con pasión la esperanza de responder a su propia dignidad con resistencia, un rasgo claro de una escritora como Almudena Grandes, vital, comprometida e imprescindible.

Compartir el artículo

stats