Me interesa el futuro, aunque ni exista ni lo podamos predecir, pero sirve para crear una ficción que nos guía el presente. Me interesa como actividad intelectual, como modo de vivir la existencia y de emplear mi tiempo, mis energías y mis emociones. Se interpreta y vive el presente como una manera de concebir el futuro. Cuando se ve posibilidades de tener un sugerente futuro, el presente es también estimulante. Cuando no se ve nada halagüeño en el futuro, el presente se hace insoportable y no merece la pena el menor esfuerzo ni gastar energías en él. Me interesa analizar y entender el presente porque me interesa mucho el futuro, por eso me preocupa, y mucho, que cada vez hay más personas, especialmente jóvenes, que no manifiestan demasiado interés y compromiso por el presente, porque probablemente no tienen el más mínimo afecto por el futuro.

A finales de los años ochenta, con la emergencia de la sociedad de la información y el final de la guerra fría, se inició un nuevo contexto mundial que el ejército de los EEUU lo simplificó con el acrónimo VUCA, manifestando su Volatilidad (velocidad de cambios), Incertidumbre (dificultad de predicción), Complejidad (abundancia de factores entrelazados) y Ambigüedad ( diferentes visiones e interpretaciones de los hechos en un mundo global y diverso). Esta denominación y simplificación nos dio mucho juego durante años para interpretar los acontecimientos. Han sido tres décadas de un evidente entorno VUCA. A partir de la pandemia este término parecía insuficiente y surgió uno nuevo más radical. Ya no vivimos en un entorno VUCA, ahora es BANI, acrónimo de Frágil o quebradizo (Brittle en inglés), Ansiedad, No linealidad e Incomprensible. No es un contexto absolutamente nuevo, sino un paso más del anterior, que la pandemia y todo lo que ha venido después lo ha puesto más en evidencia y sin posibilidad de disimularlo ni suavizarlo. Una parte muy importante de la sociedad vio cómo lo construido durante años desapareció, comprobó cómo todo era demasiado frágil. Cómo su estado de ánimo se vio impotente para afrontar los problemas que han irrumpido, generando una apatía y falta de fuerzas, eso que algunos han denominado la sociedad del cansancio. Cómo se rompían las relaciones de causas y efectos. El futuro no era ya consecuencia del pasado, y los esfuerzos realizados no tenían sus consecuencias. Y cada vez ocurrían cosas que nadie había previsto. ¿Qué sabemos cómo estaremos el año próximo?. Vivimos un presente radical y efímero y parece que nadie quiere pensar en el futuro. Será buena explicación decir que pasamos de un contexto VUCA a BANI, pero lo realmente útil es volver a recuperar el futuro, y que el presente merezca la pena vivirlo porque veamos que podemos construir con él un futuro también interesante. Hay que recuperar la confianza en la sociedad.