La historia de la dinastía de los Yilliqíes posterior a la muerte de Abd al-Rahman y hasta que sus miembros desaparecieron del escenario político resulta un poco liosa. No me refiero a que falte mucha información, que efectivamente encierra grandes lagunas, sino al hecho, ciertamente gracioso, de que todos los descendientes y parientes del clan tuvieron un nombre muy semejante y eso lleva a no pocas confusiones. Quedamos en que el heredero del Fundador se llamó también Marwan. O sea, Marwan b. Abd al-Rahman b. Marwan. Falleció al muy poco tiempo de hacerlo su progenitor. La familia principal quedó reducida a los dos hijos de éste, cuyos nombres, no se me confundan, fueron Marwan y Abd Allah. El primero de ellos era, pues, Marwan b. Marwan b. Abd al-Rahman b. Marwan y, el segundo, lo mismo, pero comenzando por Abd Allah. Lo dicho.

Ese tiempo no está nada claro. Qurtuba vio el cielo abierto, pensando en aprovechar la ocasión y desplazar para siempre a tan molesta estirpe. En ese momento el emir Abd Allah movió ficha de un modo que, creo, inauguró un modo de actuar por parte de los soberanos omeyas de al-Andalús. Quizás no fueran ellos los primeros en actuar así. Siempre en estos casos pueden invocarse precedentes bizantinos, sasánidas, omeyas orientales y hasta abbasíes. Este procedimiento fue ampliamente empleado por el futuro califa Abd al-Rahman III. Se nombraron dos gobernadores para la ciudad con iguales atribuciones y responsabilidades y con la no disimulada intención de anular la rebelión de la oligarquía local y acabar con el problema para siempre. Pero la nueva fórmula falló. Ambos designados se enemistaron y uno de ellos -desconocemos sus nombres- asesinó al otro. Y, encima, se rebeló contra el emir. A una dificultad se sumó la otra y el príncipe cordobés hubo de emplearse a fondo de nuevo. Es probable, incluso, que sofocase la rebelión con la ayuda, por acción u omisión, de los siempre presentes parientes de los Banu Marwan. Les convenía librarse de quienes eran, también, una competencia para ellos. Y la sede de Qurtuba no estaba pasando por su mejor momento, se enfrentaba con un levantamiento casi general. La llamada primera “fitna” (= revolución).