Las distintas civilizaciones adoptaron pautas de asentamiento diferentes para sus poblaciones en función de su ideología, pero también de las formas de explotación y de las condiciones de seguridad de cada momento histórico concreto y, por descontado, del relieve donde se levantaron. No es conveniente interpretar la Historia como si de una película de Hollywood se tratase. Y es frecuente hacerlo.

Abd al-Rahman b. Marwan se encontró, quizás por obligación familiar, al frente de los disidentes maridíes. Entiéndase oligarcas. Y hubo toda una serie de encontronazos con tropas cordobesas. El más conocido fue su asedio en Marida y su huida al Hisn al-Hishn -Castillo de la Culebra; hoy los llamamos Alange-. Y, nuevo cerco. Esta vez mucho más en serio y con peligro real de ser capturado y pasado por las armas. Ni a él, ni a los omeyas les interesaba una solución tan drástica. Había que resolver aquello y se entró en un largo y complicado proceso de negociación. A esas alturas de la película el emir reinante era Abd Allah, quien se las veía y se las deseaba para dominar a tanto insumiso y hacer frente a tanta rebelión. Por primera vez los orgullosos monarcas de Qurtuba se veían en serio peligro. Y los Yilliqíes quizás tenían ventaja. Y eso llevó a un pacto: el núcleo de la rebelión salía de Marida y se establecía, con su caudillo, en un lugar no muy lejano. Los cronistas lo llaman Batalyaws -o Batalyús-, pero son muy posteriores a los hechos y, si se examinan con calma los textos árabes, tanto puede ser cierta esa hipótesis, como la de afirmar que el sitio se nombraba así en el tiempo de redactarse la noticia. Da igual. El maestro Ramón Menéndez-Pidal dejó ya claro el origen prerromano del topónimo. Nada de traducciones exóticas a partir del árabe. El lugar en cuestión se ajustaba a las plantillas de asentamiento conocidas: junto a un río y delante de un vado. Y, por cierto, en un lugar elevado. El rebelde pretendía establecerse donde ahora está -inútil y vacío- el Fuerte de San Cristóbal; donde entonces no había nada. El emir no consintió. Colocarse al norte del Guadiana era repetir ventaja estratégica, sin puente. La población, o lo que fuera, se creó al mediodía del cauce.