Un canto al sol. Un farol. ¿Una estrategia? El portavoz socialista en el Ayuntamiento de Badajoz compareció el jueves para hablar del conflicto de la Policía Local. Este asunto se quedó en segundo, tercer, último o ningún plano cuando en su intervención largó una ocurrencia inesperada. Si lo que pretendía era un golpe de efecto, lo consiguió. Cabezas ofreció el apoyo ¿incondicional? de su grupo al PP para que gobierne en solitario y que rompa así el pacto por el que se repartió la alcaldía con Ciudadanos, el partido del actual alcalde, Ignacio Gragera. Para más chulería, la oferta del portavoz socialista era que el PP eligiese nombre, alcalde o alcaldesa, porque iba a contar con los 12 votos del PSOE. Alguien bromeó con que esa misma tarde se dejase ver por la Feria del Libro el anterior alcalde, el popular Francisco Javier Fragoso. No creo que nadie en el PP se hiciese ilusiones con la oferta de Cabezas. Tal como la planteó, fue una estrategia con el único afán de ganar protagonismo a costa del que está logrando Gragera en los últimos meses. Eso por un lado y, por otro, desestabilizar al equipo de gobierno, que de todos es sabido que de equipo no hay tu tía y que está más desmembrado que una marioneta.

Gragera ha tardado lo que canta un gallo en hacerse con el cargo. Está cómodo y le llueven los halagos. Está en su salsa y gana en las distancias cortas. Falta menos de un año para las próximas elecciones municipales y ya van tarde las siglas que aún no tengan plan. El de Ciudadanos es difuso, a la vista del futuro incierto de este partido que no gana para disgustos. Gragera es un gran candidato, implicado, formado y leal. Lo demostró en la primera parte de la legislatura, cuando acató sin rechistar las decisiones de sus socios. Más le valía. Tenía mucho que perder si no callaba y otorgaba, y mucho que ganar si sonreía con dientes dientes, aunque por dentro se lo llevasen los demonios. El grupo de Cs cumplió su parte y mal entenderían los ciudadanos que ahora el PP no hiciese lo propio con la suya.

Cabezas ha improvisado sobre la marcha y no hay más que ver la reacción inmediata del partido. El secretario provincial, Rafael Lemus, lo desautorizó sin mediar palabra. Menudas prisas. No tuvieron tantas para resolver la situación de Alburquerque, donde esperaron a que el barco se hundiese para lanzar el flotador, desinflado. No está bien desacreditar a su secretario local y próximo candidato a la alcaldía, cuando además no es verdad que la máxima de los socialistas haya sido que al PP ni agua. Ejemplos haylos. En Oliva de la Frontera el PSOE dio la alcaldía al PP, que tiene un solo concejal. Dice ahora Lemus que los concejales oliveros socialistas fueron expedientados. Qué miedito. A saber en qué terminaron los expedientes, porque ahí siguen. Vivitos y gobernando. Como en Badajoz, en Oliva se repartieron la alcaldía y ahora le toca al PSOE el bastón de mando. Ese pacto no lo rompen, al menos los socialistas.

No sabemos a qué venían las prisas de Lemus con Cabezas, como si se le hubiese soltado la correa del perro y temiese que se escapase. A sabiendas de que el brindis del portavoz no va a ningún lado. En el PSOE local están comprobando el potencial de Gragera y que el PP puede tentarlo. El actual alcalde ha negado reiteradamente que vaya a dejarse convencer. Pero con la labia que tiene, ya encontraría el modo de justificar su cambio de chaqueta. Entre los populares sentaría fatal. De todos modos están de uñas, al menos unos cuantos, que no aceptan a Antonio Cavacasillas como candidato. Que se sepa, la plaza sigue aún vacante, porque Madrid no ha dicho esta boca es mía y las decisiones se toman en Génova. Bien lo saben los postulantes a las elecciones autonómicas extremeñas. Cabezas no puede justificar su huida hace adelante en que Badajoz necesita un gobierno estable. Que vuelva la vista hacia la Moncloa y compruebe si su jefe lo tiene. Esto no hay quien lo entienda. Por cierto: ¿qué opina el PSOE del conflicto de la Policía Local?