Se veía venir. Cuando el viernes la plaza de España se llenó hasta los topes para asistir al pregón que inauguraba la fiesta y a los fuegos artificiales, ya era previsible que este Carnaval sería multitudinario. Como finalmente ha sido. La gente no podía aguantar más las ganas de salir en masa a la calle a celebrar lo que fuese, después de dos años sin algarabía y la realidad superó todas las previsiones. Tanto que hubo problemas en algún espacio que por primera vez se sumaba al Carnaval , como ocurrió en el entorno de Puerta Palmas la tarde del sábado, donde se reunieron tantos jóvenes en un macrobotellón, que engulló el desfile de comparsas.

Escuece hacer balance de esta fiesta multitudinaria cuando la fecha está inmersa en una crisis sanitaria, cuya evolución se puede disparar con la falta de control que ha existido en el Carnaval en cuanto a medidas preventivas, que casi desaparecieron durante sus cinco días de celebración. Salvo que prácticamente todo el mundo estaba en la calle, al aire libre, circunstancia que tal vez salve la progresión al alza de los contagios.

De lo que no hay duda es de que la gente, de aquí y de fuera, echaba mucho de menos el Carnaval y ha llenado todos los rincones en los que se habían anunciado actividades e incluso espacios que nunca habían sido escenarios de esta fiesta. Las cifras de la Concejalía de Turismo hablan de 350.000 participantes, 100.000 más que en la edición de 2020. No hace falta echar números para concluir que el Carnaval ha sido un éxito en cuanto a asistencia y eso a pesar de las dificultades previas que tuvieron que sortear sus protagonistas, que son los grupos que hacen grande esta fiesta: comparsas, murgas, artefactos y grupos menores, que necesitan meses para prepararse y que hasta dos meses antes no supieron con certeza que el Carnaval de Badajoz seguía para adelante, cuando otros como el de Cádiz se habían pospuesto debido a la situación sanitaria. En plena sexta ola era difícil y hasta doloroso pensar en preparar una celebración gigante.

El ayuntamiento pacense se echó para adelante, con un concejal, el de Ferias y Fiestas que, además, se acababa de estrenar en estas lides, pues aunque es carnavalero, nunca antes había organizado el Carnaval. Ayuntamiento y grupos protagonistas se liaron la manta a la cabeza y decidieron seguir, con la esperanza de la que la ola remitiría, como así ocurrió. Ahora se verá si esta decisión fue responsable. Bajó la incidencia y con ello la posibilidad de contagios. En estas estaban cuando apenas un mes antes llegó la declaración de Interés Turístico Internacional. Alegría desbordante, por supuesto. Una buena noticia sin duda, que añadía más tareas a los preparativos, ya de por sí congestionados por la premura de las fechas. La promoción de la fiesta con este flamante título y que se hayan pospuesto otros carnavales de postín, ha incrementado aún más la participación en el Carnaval de Badajoz, que se tuvo que preparar en muy poco tiempo y que tenía sus esperanzas puestas en la implicación de los carnavaleros, que no ha podido ser mayor y mejor. A pesar del escenario en el que se ha tenido que desenvolver, el de 2022 en Badajoz ha sido un Carnavalísimo, que pone muy alto el listón para próximas ediciones. Se le podrán poner pegas, porque siempre es posible mejorar. Lo del entorno del paseo Fluvial era imposible de prever y la limpieza de los días posteriores ha sido impecable, a pesar de la gran cantidad de basura acumulada en todos los rincones por donde ha pasado la marabunta carnavalera, las vejigas incontrolables (habría que sembrar las aceras de urinarios portátiles para dar abasto) y el ruido que muchos vecinos que no están dentro de la fiesta tienen que soportar. Fastidios que habrá que ir modelando para causar los menores perjuicios y los mayores beneficios a toda la ciudad. De lo que no hay duda es de que Badajoz puede presumir de Carnaval y de carnavaleros, con permiso de la pandemia.