No es la primera vez que me refiero a los silos medievales, después basureros, que aparecen con mucha frecuencia cuando se excava en la ciudad de Badajoz. Son característicos, aquí, y remontan a un período de tiempo comprendido entre comienzos del XI y mediados del XII, aunque puede suponerse –por ahora sin constataciones– un comienzo de uso en el IX. Están documentados en todo Al-Ándalus y dejaron de servir como sistema de almacenamiento, para convertirse en vertederos. El análisis de su contenido, como de todas las basuras históricas, es una fuente formidable de información científica, económica, social y hasta fiscal. Leo en los periódicos que en la excavación de El Campillo han aparecido muchísimos. No me extraña. Es más, creo haber escrito, sin presumir de profeta y antes de la primera excavación en ese área, acerca de su muy segura presencia. La Inmobiliaria Municipal pretendió colocarnos de matute la idea, falsa, de que los sondeos de 2014 eran suficientes como estudio arqueológico. Como para fiarse. Pero, bueno, vista la abundancia silense, espero se hayan recogido las pertinentes escápulas de ovino o bovino con inscripciones árabes empleadas, a guisa de amuleto o certificado de propiedad, en la práctica totalidad de ese tipo de huecos.

Será interesante comprobar si tales descubrimientos han sido una excavación arqueológica o un desescombro controlado –al parecer se ha empleado máquina en ciertas zonas– y si la Dirección General de Patrimonio, última responsable administrativa y garante del correcto modo de actuar de las empresas de Arqueología, nos puede certificar la corrección del estudio. Los análisis descritos más arriba no pueden obligarse solo en los yacimientos prehistóricos. Quizás, lo deseo fervientemente, sean solo temores infundados. Pero el asunto de El Campillo, en lo concerniente al patrimonio arqueológico, está envenenado desde el primer momento. Por algo será. La discusión no puede centrarse –a la prensa me remito– solo en la conservación de lo exhumado, sino, también, en la corrección del modo de hacerlo. Y resulta que ciertos objetos, son fundamentales y conviene estar preparado para reconocerlos. No basta con presentarse con un equipo ostentoso.