El próximo día 28 de octubre se celebrará en Trujillo la XXXII Cumbre Hispano – Portuguesa. Deberíamos tener la esperanza que en esta reunión se avanzasen y concretasen de manera contundente muchos asuntos bilaterales pendientes, especialmente con Extremadura. La realidad es que en la mayoría de las ocasiones han sido muestras de amistad y cordialidad que se han ido repitiendo en la misma linea con frases como «España y Portugal han tomado nota de las principales preocupaciones planteadas por los diferentes actores…», «Los Gobiernos de España y Portugal afirmaron su intención de actualizar y plasmar el rico y diverso entramado de sus vínculos bilaterales…», «La importancia de una cooperación estrecha y dinámica resultó evidente en los debates mantenidos…». O, cuando se refieren a temas muy concretos como las infraestructuras de comunicaciones, «Los Gobiernos de España y Portugal renuevan el compromiso con el desarrollo de sus conexiones ferroviarias y por carretera y reafirman su apuesta por un transporte sostenible multimodal que continúe acercando a los dos países...» o «Destacan los avances que se han producido en las obras entre Plasencia y Badajoz, comprometiéndose a continuar con los trabajos para impulsar la conexión ferroviaria Lisboa- Madrid».

En la cumbre del pasado año en Guarda se aprobó la Estrategia Común de Desarrollo Transfronterizo (ECDT) en la que se concretaron algunos asuntos como la conexión de Cedillo y Nisa con el Puente Internacional sobre el río Sever, del que ya se han dado los primeros pasos o la autovía entre Moraleja–Castelo Branco, de la que de momento no conocemos mucho más.

También se comprometieron a realizar la conectividad digital con un proyecto 5G y coordinar una infraestructura que facilite la futura implantación del coche autónomo en el Corredor Évora–Mérida. De manera genérica mencionaba la modernización de las conexiones ferroviarias entre Lisboa y Madrid. No debería pasar esta Cumbre sin que se anunciasen y concretasen esos servicios que llevan tanto tiempo anunciando, y especialmente un servicio de ferrocarril que conecte las dos capitales por Extremadura. No debo terminar sin reclamar que se de cuenta de la situación del Centro Ibérico de Energías Renovables y Eficiencia Energética (CIEREE). que firmaron y anunciaron hace más de diez años los dos países, así como el impulso de las conexiones por carretera y por ferrocarril entre Lisboa con Valencia. Ya que se celebra en Extremadura y es el Año Europeo del Ferrocarril, alguna alegría deberían darnos.