Es muy probable que uno de los descubrimientos más sorprendentes de los producidos en la Alcazaba de Badajoz fuese el poblado de la II Edad del Hierro. Contemplado con la perspectiva de entonces (1978), ponía sobre la mesa la presencia de grandes núcleos habitados en la cuenca media del Guadiana. En la zona interna de la Puerta de los Carros restaba, intacto, un testigo de la secuencia estratigráfica de la fortaleza. Es decir, del cerro y de la propia población, desde el Bronce Medio a los árabes. Miento, faltaban fases, entre la segunda mitad del siglo II a. C., y los niveles del siglo XII. La excavamos en tres campañas, hasta agotarla por completo. Se iba a ver afectada por las primeras obras para acondicionar el recinto amurallado. Todavía no han acabado y, visto desde ahora, casi mejor que no hubieran comenzado nunca, habida cuenta de la descoordinación, de la torpeza de los esfuerzos y del modo de proceder respecto a la investigación del sitio. Un día nos visitó la propia directora general de Patrimonio, la recordada Milagros Gil-Mascarell. Creo que la única arqueóloga nombrada nunca aquí para ese puesto –las administraciones no se fían de nosotros; tendrán miedo–. Se fue impresionada, lo comentamos en varias ocasiones.

No era para menos. Recuperamos allí cerámica griega –seguramente siglo IV a. C.– y un tipo de producción conocida como ‘cerámica campaniense’, característica del mundo romano republicano. Lógico. La población, de gran importancia y extensión –pasados los años se localizó su cementerio de incineración al final de la calle Madre de Dios–, se fundó mucho antes de la conquista romana y de Augusta Emerita. Pero, quizás, por causa de la nueva colonia se fue despoblando, hasta que se extinguió. Este proceso está sobradamente documentado en toda la Península. Podría afirmarse, sin entrar en disputas de campanario, que la flamante ciudad latina acabó con el castro indígena y lo reemplazó como principal centro urbano de la zona. Ojalá pueda localizarse alguna isla más, como la descrita. Esta está publicada, en gran parte, por los profesores de la UEx. Alguna vez tenían que fijar su atención en la arqueología de Badajoz. Otro avance. Volveré en septiembre, creo.