Las canciones del verano (en esto Georgie Dann era un genio: El bimbó (1975), El chiringuito 19(87) o La barbacoa (1994), por ejemplo) siempre nos han transmitido buen rollo, nos han señalado la fiesta (Raffaella Carrá con Fiesta (1977) o en el 78 con Hay que venir al sur). En realidad, el verano (Aquí no hay playa, de Los refrescos en el 89; Vacaciones de verano, de Fórmula V, en el 72 y, en el 73, con Eva María; Cuando calienta el sol aquí en la playa (1961) de los hermanos Rigual; Un rayo de sol (1970) de Los diablos; No te olvides la toalla cuando vayas a la playa (1986) , de Puturrú de fua; incluso, Escuela de calor, de Radio Futura (1984) o María Isabel (1969) de Los Payos) se presta para vivir los mejores momentos, las experiencias más increíbles o trascendentales, enamoramientos y despedidas (Amor de verano (1963), del Dúo Dinámico, aunque gracias a la serie Verano azul la conocemos como El final del verano) y la música ayuda a que esos instantes sean inolvidables. Cuesta olvidar la bomba (2000), el tiburón (1993), el venao (1995), la sopa de caracol (1991) al probe Miguel (1999) o al pobre canario (1994), el corrá del Koala (1996), el tractor amarillo (1992), los pajaritos (1981), la Macarena (1993), el Waka waka (2010), por lo del Mundial de fútbol, el Amigos para siempre (1992) de las Olimpiadas o lo difícil que es hacer el amor en un Simca mil (1988). El verano es tiempo para ir despacito (2017) o hablar de anillos (2018), para colgarse de las manos de alguien (2009), mover el cucu (1997), la danza kuduro (2010), el Aserejé (2002), pasarse el día bailando con Enrique iglesias (2014) o Sonia y Selena (2001), el mambo número 5 (1999), reclamar a la Gloria de Umberto Tozzi (1979) o a la Caperucita Feroz de Gurruchaga (1980) y esperar a que llueva café en el campo (1990). Desde luego, si queremos que nos devuelvan a la chica (1985) igual necesitamos ayuda (Help, 1971) mientras vacilamos con el mundo con el qué pasa contigo, tío (1976). El verano, con la música en directo o en la radio, también es para estar tranquilo sin más historias que la propia supervivencia y el recuerdo de tiempos vividos en discotecas que a lo mejor no pisamos (Fashion, Careva, Nicotina, Charlot, 2992, etc.), pero si pisamos y bailamos en el Casino donde, sin ser verano, sentíamos una brisa de felicidad mientras bailábamos Hotel California, Angie, El año del gato, De amor ya no se muere, cualquiera de los Bee Gees o el mítico if you leave me now. Aquello no era en verano, o sí, pero uno se sentía joven y atrevido como nunca más lo ha vuelto a estar.