La excavación de la Alcazaba de Badajoz se produjo, y en esto no todo es casualidad, en un momento de transición para la Arqueología española. Fue la época del cambio de régimen político. Pero, en esta materia, la evolución ya había comenzado en los últimos años del franquismo. Aumentaba la cifra de investigaciones y de profesionales. Y una generación, jubilada ahora, comenzaba a hacerse cargo de yacimientos muy conocidos ya y a iniciar trabajos en otros de reciente aparición, por mor de la actividad inmobiliaria y de las obras públicas, cada vez más numerosas y de mayor envergadura. De la mano del llamado desarrollismo. Hay que advertir, dentro de este panorama general, la carencia de Arqueología Medieval. Faltaban especialistas. Con la jubilación del maestro Manuel Gómez-Moreno, en la preguerra civil, dejó de haber arqueólogos medievalistas. Todo lo medieval pasó a ser monopolio de los historiadores del Arte y de los historiadores convencionales. No lo tomen por menosprecio. Pero ya a esas alturas los métodos habían evolucionado y, para reconstruir el mundo material de la Edad Media no bastaban los análisis estilísticos ni los textuales. Bien lo echaban de menos los prehistoriadores y gran parte de los arqueólogos clásicos. Algunos de ellos promovieron y promocionaron trabajos sobre el medioevo y ayudaron a su desarrollo. Se contaban con los dedos de la mano –y sobraban dedos- los islamólogos de ese ramo. Alguno en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas.

Conservadores de museos, la gran mayoría, que dedicaban su tiempo libre a profundizar en el conocimiento de sus fondos y eso beneficiaba mucho a nuestros estudios, especialmente a los de época islámica. El caso de Badajoz es algo distinto, porque el desarrollo de Extremadura era el que era y aquí lo medieval apenas se percibía. Mérida atraía toda la atención y, a distancia, la Prehistoria, con hallazgos espectaculares, ya por entonces. Todo el conocimiento historiográfico era muy antiguo. Remontaba a Matías R. Martínez y Martínez y a José Ramón Mélida. Pueden buscarse excepciones y seguro que las hay. Pero aquí solo don Matías había trazado un esquema bien fundado. Lo demás eran variaciones sobre el mismo tema.