En enero del 2020 anunció que no volvería a presentarse como candidato a presidir el PP provincial. Eso asegura Francisco Javier Fragoso, todavía alcalde de Badajoz. En las hemerotecas debe estar aquel compromiso y no hay por qué dudar de que así lo manifestó. De hecho, en su partido contaban con su marcha y los aspirantes a sucederle se han estado removiendo meses antes de la convocatoria del congreso. Lo raro es que han sido varias las ocasiones en las que la prensa ha preguntado a Fragoso si pensaba presentar su candidatura de nuevo a la presidencia del PP de la provincia y la respuesta siempre ha sido dejar la puerta abierta: cuando se convocase el congreso lo diría. La última vez que se le planteó reiteró esta misma contestación, pero añadió que en las hemerotecas estaba la respuesta. Un año y medio después de haberlo anunciado -según asegura él mismo-, Fragoso ha cumplido sus previsiones y esta semana ha hecho pública su despedida, coincidiendo con la convocatoria -como también dijo- del congreso provincial. Fragoso es ya presidente saliente del PP de Badajoz después de nada más y nada menos que tres mandatos.

Abandona este cargo al mismo tiempo que se va de la alcaldía y del ayuntamiento. Fragoso ha sido durante 26 años concejal y más de 8, alcalde. Ahora lo deja todo, salvo el Senado, que es como dejarlo casi todo. La Cámara Alta le asegura unos emolumentos fijos mientras se mantenga en el escaño, pero su proyección pública no será la misma ni parecida ni de lejos.

Que Fragoso deje de mandar en el PP de la provincia, después de tantísimos años, y que se marche del ayuntamiento, después de toda una vida, da qué pensar. Sobre todo porque todavía está en edad de merecer. Sus razones son respetables y comprensibles. Que debe devolver a su familia el tiempo que todos estos años su pasión por la política le hurtó es motivo más que suficiente. El cariño de los nuestros es incuestionable. Pero que lo haga ahora... Fragoso saca a relucir que su situación no se puede comparar a la de Miguel Celdrán, que llegó al ayuntamiento con 55 años y sus quehaceres familiares encaminados, mientras que él se marcha con 49 años y una ristra de experiencias políticas a la espalda.

Esa misma pasión con la que dice haber vivido todo este tiempo en distintos puestos de variada representación pública es la que hace dudar sobre sus verdaderos motivos para marcharse y, sobre todo, si realmente se va a ir dejándolo todo atrás, o casi todo. Los últimos días se le ve contento, casi eufórico. Por si alguien se lo había planteado, ya ha jurado y perjurado que no aspira a suceder al frente del PP regional a José Antonio Monago, a quien parece que le están haciendo la cama valiéndose de algún medio de comunicación nacional. Fragoso no quiere ser presidente regional e insiste en que él cumple lo que anuncia. Ahí queda esa negativa reiterada. Aunque todos sabemos que en política, cuando de repente los planes anunciados cambian, vale como argumento un simple «estoy a disposición del partido». Fragoso ha dejado caer la frase en sus últimas comparecencias y ante sus compañeros del PP. En el ambiente resuena el eco del latiguillo por si en algún momento el ‘partido’, ese ente que sobrevuela lo terrenal, considera que Fragoso es imprescindible y no hay otro mejor para ocupar un cargo sonoro.

Con solo 49 años y con tanta experiencia acumulada en las filas del PP no se entiende que ahora se retire a la retaguardia y quiera ser militante de base a secas. Con lo que a Fragoso le gusta mojarse y beber de todos los caldos. Este martes deja la alcaldía. Tardará algo más en abandonar su acta de concejal. Será raro verlo en un pleno sin presidirlo. En el PP, siendo presidente saliente, ha dejado bien atada la organización del congreso, a cargo de su mano derecha, María José Solana, y ha mostrado expresamente su apoyo al candidato ‘oficial’ para relevarlo. No puede irse sin dejar su impronta. Si se va.