Muchas son las reflexiones sobre la sociedad postcovid19. Nos lamentamos de no tener un modelo económico más competitivo, exportador y resiliente y tan alta dependencia del turismo. Pero esta dependencia no es responsabilidad del turismo, sino de otros sectores que no han sabido hacerlo tan bien como se ha hecho en él, tanto por ventajas competitivas naturales, como sobre todo, por la capacidad de gestión, competitividad, constante mejora y gran nivel y amplitud del tejido empresarial. 

Este protagonismo turístico viene de lejos. Muchos recordamos al Ministro de Información y Turismo de los años sesenta, Manuel Fraga, con su promoción del turismo español bajo el eslogan de ‘Spain is Different’ o la entonces popular película de Pedro Lazaga, ‘El Turismo qué gran invento’, protagonizada por Paco Martínez Soría, José Luis López Vázquez y Antonio Ozores. Y efectivamente seguimos viviendo de ese gran invento de los años sesenta pero lo que entonces era diferente ha ido siendo imitado por otros mercados competidores a precios más bajos.

El turismo ya nos salvó en la anterior crisis del 2008. Muchos lo identificaron con un efecto coyuntural de la Primavera Árabe del año 2010. Pero no fue solo eso, estábamos preparados para ir mucho más allá que aprovechar una oportunidad coyuntural. En el año 2010 España era el cuarto país receptor mundial de turistas, tras Francia, EEUU y China. Entonces recibía 52 millones de turistas extranjeros, y tenía un diferencial con Francia de más de 20 millones de turistas. En el 2019, ultimo año de referencia válida, era ya el segundo país del Mundo con 83 millones de turistas, y había reducido la distancia con el primero a 7 millones. Pero estos meros datos de turistas no reflejan la realidad económica del sector. En ese año, siendo EEUU el tercer país del mundo en recepción de turistas, triplicaba los ingresos extranjeros de España. España, al igual que Portugal, que juntos somos líderes indiscutibles mundiales, tiene un turismo muy concentrado en ‘Sol y Playa’, con una alta estacionalidad en verano y muy centrado en los mercados europeos. Esto que hoy día es una debilidad, puede ser también la gran oportunidad. Tenemos mucha capacidad de crecimiento en los productos más singulares y auténticos del interior: patrimonio, cultura, naturaleza y gastronomía, en los que su estacionalidad está distribuida durante todo el año y pueden tener sus mercados en los países emergentes de todo el mundo. En estas nuevas oportunidades destacan los Corredores Turísticos del Sudoeste Ibérico, que interconectos puede ser un gran destino universal. Debemos hacelo ver a los responsables internacionales. Y eso solo depende de nuestras capacidades para ello.