Se emocionaron los feriantes cuando al llegar al parque de los Patos en Oliva de la Frontera, los niños y padres que allí pasaban la tarde les aplaudieron. Era la bienvenida a una vuelta a la normalidad que se está retrasando más de lo soportable. Para los feriantes, era una ventana abierta a la posibilidad de retomar su actividad, que se detuvo hace 20 meses y ha obligado a muchos de ellos a buscarse la vida en otros oficios, hasta que puedan volver a sacar de las naves los cacharritos y montarlos en las plazas y en los recintos feriales. Oliva de la Frontera superó la prueba, con sumo cuidado en el cumplimiento del protocolo de prevención. Por delante quedan las grandes ciudades de la región, donde realmente está la esperanza de estos empresarios, que llevan meses rogando a los ayuntamientos que no se olviden de ellos.

En Badajoz, en julio del año pasado, cuando parecía que la pandemia remitía, el consistorio los autorizó a instalar sus atracciones en 14 plazas de la ciudad. No llegaron a funcionar porque subieron los contagios y el ayuntamiento cerró los parques infantiles y, por extensión, también las atracciones, algunas de ellas ya montadas. Muchos meses después, los feriantes siguen pidiendo que se les tenga en cuenta, porque no pueden seguir parados. De nuevo el ayuntamiento pacense autoriza que coloquen su sustento en parques y plazas de Badajoz.

Lo harán, pero su verdadero negocio está en la feria de San Juan. Existe un estricto protocolo de prevención que estos empresarios han demostrado que saben cumplir. Lo han verificado en Oliva de la Frontera y en El Faro, donde funciona una atracción infantil desde hace unos meses, que forma parte de una ‘miniferia’ con varias casetas de juegos y comida. Los feriantes necesitan que vuelvan las grandes ferias y también los ciudadanos. No serán las de hace dos años, pero habrá que acomodarlas a la situación sanitaria.

En esas estaban, en la negociación de cómo organizar San Juan en el recinto ferial y en qué condiciones, cuando el portavoz del equipo de gobierno, a la sazón inminente alcalde de Badajoz, Ignacio Gragera, confirmó esta semana que la feria se celebrará, si la situación sanitaria lo permite, y que también podría haber festejos taurinos y que se va a autorizar la instalación de atracciones en los barrios. Todo ello sin que los feriantes supiesen si existe una decisión tomada sobre San Juan y en qué términos. Estos empresarios confían en el interés del todavía alcalde, Francisco Javier Fragoso, de que haya feria, aunque para entonces Fragoso ya no presidirá la corporación municipal.

El anuncio se ha hecho sin la concejala de Festejos, Lara Montero de Espinosa -de Ciudadanos, como Gragera-, que insiste en que todavía las negociaciones no están cerradas. De hecho, los feriantes están a la espera de una nueva mesa de trabajo para concretar cómo celebrar San Juan en el ferial de Caya. Una negociación al margen de la autorización de instalarse en las plazas y que ellos quieren desvincular. En estas están cuando sale a la palestra el concejal no adscrito, Alejandro Vélez, para pedir, por su cuenta, como si no formara parte del equipo de gobierno, que San Juan se tiene que celebrar con atracciones y casetas de comidas en el recinto ferial. Dimes y diretes que no hacen más que generar incertidumbre entre los feriantes.

El futuro alcalde podrá jurar que el equipo de gobierno está unido y que es una piña. Pero a medida que se acerca la fecha del relevo, marcada el 15 de junio, da la impresión de que va a costar soltar amarras. Ha comenzado la cuenta atrás para que el PP pase el testigo a Cs y no se ven muchas ganas de cumplir el compromiso de alternancia. A los populares les escuece ceder el timón y el protagonismo después de tantos años en lo alto de la noria y los naranjas están deseando introducir la ficha en la ranura. Menuda feria nos espera.