La situación del Ayuntamiento de Badajoz se complica. Los enfrentamientos internos en un partido de corte autoritario y con personalidades tan fuertes como las de los ex dirigentes del PP Juan Antonio Morales y Antonio Pozo, y las de los que mandan en Madrid que envían aquí sus propios delegados, han estallado y seguramente en el puesto central de mando madrileño habrán pensado que cuanto antes, mejor, en un momento en que Vox se encuentra en su punto más dulce de poder, y apenas echada a andar la legislatura municipal.

El pacto precario que consiguió Francisco Javier Fragoso en junio pasado, para conservar la alcaldía pese a haber perdido las elecciones, y las cesiones que tuvo que hacer, como la de dar el puesto dos años a Ciudadanos, y ser muy cuidadoso con el decimocuarto y decisivo voto que le mantuvo en el sillón, el de Alejandro Vélez, no auguraban desde el principio nada nuevo, y vaticinaban una legislatura tortuosa.

Una más, después de lo ocurrido con Luis García Borruel aunque en esa ocasión el líder local del PP tenía otra concejal de Cs como asidero, pero no es el caso y Vélez decide; éste, aparte de secretario de grupo, lo cual puede ser un derecho pero no guarda proporción -un secretario para el PSOE con 12 concejales, uno para el PP con 9...--, ha dispuesto de un asesor, privilegio exclusivo y que es la excusa de Vox Madrid para pedirle el acta y abrirle expediente de expulsión si no lo hace.

Una excusa, porque el asesor, Juan Antonio Morales Álvarez, lleva siete meses en el cargo y al parecer no se habían dado cuenta hasta ahora; realmente no sabemos si el problema es que haya un asesor, o que sea Morales y si fuera otro no habría cuestión.

En cualquier caso el pacto fraguado por el alcalde de Badajoz y su partido es más un acuerdo con las personas de Gragera y Vélez, que con los suyos; el primero se ha encontrado cinco meses después con una formación en desguace, víctima de sus muy calculados errores, el consiguiente vacío de poder, y con las manos más libres para hacer lo que junto a sus concejales y grupo local del partido resuelvan.

En cuanto al socio de extrema derecha, los que mandan por detrás son viejos compañeros; un ex secretario provincial del PP, ex alcalde de Lobón, ex diputado regional, Juan Antonio Morales, y un ex alcalde de una antigua entidad local menor de Badajoz, Guadiana, Antonio Pozo, por lo que el entendimiento tiene firmeza y es muy poco probable que se vaya a romper, y desde luego en ningún caso Vélez, Morales y Pozo van a propiciar una alcaldía de izquierda (Ricardo Cabezas).

Es incluso lógico que Francisco Javier Fragoso vaya a estar más cómodo con un concejal independiente fuera de Vox, que con uno que atendiera a la disciplina férrea nacional de una formación que cree, equivocadamente y aunque Pablo Casado se empeñe en darle la razón, que podría superar algún día al PP.

Nuevos partidos, Vox y Ciudadanos, que siguen recorriendo el camino que ya hicieron formaciones con más trayectoria, y que por su rápido crecimiento, como también le pasara a Podemos hasta hace poco, han acogido a gentes que han entrado más por su individualidad que por su fidelidad, más por necesidad que por afinidad ideológica, y ahí están los casos en la Corporación local de Cáceres de Teófilo Amores, otro ex Vox, y Francisco Alcántara, a quien no gusta la deriva derechista y decadencia de Ciudadanos, anda ilusionado con el ejemplo de Teruel Existe, y por eso acaba de promover el primer partido provincialista del que se tenga noticia en la región, Cáceres Viva.

Hay caldo para esto último. Hace unos meses el diputado regional Juan Parejo (PP) recordaba en el Parlamento autonómico que por primera vez en más de un siglo, desde 1910, la provincia bajaba de los 400.000 habitantes. Lo que ocurre es que las oportunidades políticas son fugaces, y el partido que ahora nace tiene que esperar cuatro años para tener resultados; veremos si para entonces las dos grandes formaciones no han encontrado la forma de atajar la Torre de Babel del Congreso de los Diputados.

*Periodista.